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Una española se enfrenta al reto de dirigir en Colombia la nueva Oficina de Derechos Humanos de la ONU

Se llama Almudena Mazarrasa, es madrileña y tiene 53 años. El pasado domingo llegó a Colombia para enfrentarse a una tarea que para muchos requiere de alto valor y entereza: dirigir, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Colombia, lo dijo recientemente la Unión Europea y lo han repetido desde hace años organizaciones humanitarias, es uno de los países del mundo donde más se violan los derechos fundamentales.Cuarenta horas después de su llegada a Bogotá la funcionaria tuvo su primer reunión con el, presidente Ernesto Samper. Durante un poco más de media hora intercambiaron opiniones sobre el tema: "El hizo una exposición detallada de la situación y yo le di las impresiones que tengo sobre el país", contó minutos después, sonriente, a la prensa. Fue una conferencia de prensa breve en la que Mazarrasa sacó a relucir todas sus dotes de diplomática: es abogada y tiene diploma de estudios internacionales. Ha sido, entre otras, ministra consejera de la Embajada española en Argel y embajadora en Costa de Marfil, Burkina Faso y Níger. En este último cargo le sorprendió su elección para el cargo en Colombia entre un abanico de aspirantes. Se tomó unos días para despedir su trabajo y otros tantos para los trámites que la convirtieron en funcionaria de la ONU. Ella misma eligió los seis asesores que la acompañan en su difícil tarea en Colombia.

Frente a la prensa se limitó a utilizar la palabra "grave" para calificar la situación de derechos humanos a la que le dará la cara. Con sonrisas y en tono suave, pidió a los periodistas, que insistían en sacar algo más, tiempo y comprensión. "Estoy tomando contacto con la realidad antes de hacer apreciaciones aceleradas".

En sus respuestas al breve fogueo dejó ver su perfil conciliador. "La idea no es enfrentar a las gentes como enemigos sino establecer relaciones de confianza para que todo mejore".

La oficina que dirigirá es única en su género en el mundo. Nació de un tira y afloja entre el Alto Comisionado de la ONU y el Gobierno de Colombia. El primero pensaba que la situación aconsejaba un relator especial. Se impuso finalmente la tesis de una oficina que tendrá entre sus funciones asesorar, observar, elaborar informes analíticos, recibir quejas y tramitarlas y planear acciones para el futuro en materia de derechos humanos.

A pesar de las limitaciones, en Colombia hay esperanza ante la labor que cumplirá esta oficina. Lo que está claro, lo dijo desde el comienzo la funcionaria de la ONU, es que "la realidad de un país no se cambia con una varita mágica, se cambia a través de mucho esfuerzo". Por eso esta mujer, que llegó vestida de negro en su primera visita a la casa de Gobierno, hizo hincapie en este mensaje: "Lo que tenemos que hacer no lo hago yo sola sino toda la sociedad colombiana; es trabajar para que en un futuro las cosas mejoren; que termine toda la violencia y todos puedan disfrutar en este país de su dignidad como seres humanos".

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