España esperó para mandar sus tropas hasta asegurarse de la participación italiana
La incertidumbre se mantuvo hasta el último momento. La Agrupación Táctica Serranía de Ronda, formada por 325 militares, tenía orden de embarcar en los buques Aragón y Hernán Cortés, pero no de zarpar, hasta que recibiera luz verde desde Madrid. El ministro de Defensa, Eduardo Serra, quería asegurarse de que el Parlamento italiano aprobaba la participación de dicho país, que no sólo aporta la mitad de las tropas, sino que dirigirá la operación en Albania.
Finalmente, el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el teniente general Santigo Valderas, dio la esperada orden y los dos buques de transporte partieron del puerto de Málaga a última hora de la tarde, una vez que concluyeron la tareas de carga. Primero, a las 19.45, el Hernán Cortés, con un centenar de vehículos a bordo, incluidos 45 blindados medios de ruedas (BMR). Luego, a las 21.30, el Aragón, en el que viajan 273 militares, en su mayoría legionarios, a los que despidieron por la mañana varios cientos de familiares. En los próximos días zarparán de Valencia otros 52 miembros del Escalón Logístico Avanzado, que garantiza al contingente 10 días de autonomía.De momento, las tropas españolas navegan hacia Brindisi (Italia), donde se unirán al resto de la Fuerza Internacional de Protección (FIP), bajo el mando del general Luciano Forlani, jefe del tercer cuerpo de ejército italiano, y recibirán las últimas instrucciones. Si la confusa situación de Albania, y la tormentosa política italiana no obligan a nuevos cambios, los legionarios desembarcarán el martes en el puerto albanés de Durres y, en un plazo de diez días, se instalarán en su emplazamiento definitivo, la localidad de Shkoder, próxima a la frontera con Montenegro. Dos oficiales han partido ya hacia la zona por vía aérea y otros siete les seguirán hoy para preparar su llegada.
La escena que se vivió ayer en el puerto de Málaga recordaba la que se produjo en octubre de 1992 en Almería, cuando zarpó el primer contingente español hacia la antigua Yugoslavia. Ayer como entonces, el teniente general Agustín Muñóz Grandes arengó a los soldados, instándoles a dejar bien alto el pabellón español, y les trasladó un abrazo de parte del Rey, en medio de cánticos y desfiles legionarios.
Muchos de los soldados que navegan ya hacia Albania han tenido su bautizo de fuego en Bosnia, como el propio jefe del destacamento, el teniente coronel Enrique Alonso Marceli, o el marido de Concepción Sánchez, un cabo de la Legión que perdió a un compañero en el bombardeo del campamento español de Jablanica, en 1993. "Yo sí estoy preocupada", afirmaba ayer su esposa, con un bebé en los brazos, "pero él no tanto".
Para Miguel Ángel Gambás, por el contrario, se trata de una "experiencia nueva" y su mayor temor radica en que se confirmen los rumores que hablan de una suspensión de la operación, por las dudas italianas. "Se me caería el alma a los pies", reconoce.
Miguel Ángel, como la mayoría de sus compañeros, pertenece a la décima bandera de la Legión, con base en Ronda (Málaga), y ya sufrió una gran frustración en noviembre, cuando se anuló a última hora la salida de su unidad hacia Zaire después de que todos sus miembros estuviesen listos y vacunados.
"Pero el trabajo que hicimos entonces nos ha venido muy bien ahora", alega un capitán, quien subraya que la salida de la agrupación se ha producido en el plazo récord de cinco días desde que lo aprobó el Consejo de Ministros, el pasado viernes.
La misión está prevista para tres meses, por lo que debería concluir a finales de junio, pero los militares dan por descontado que habrá que prorrogarla. Según los cálculos del Estado Mayor del Ejército, el coste del contingente español es de 500 millones para el primer mes y 300 para los siguientes.
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