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Tribuna
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Cometa

Manuel Vicent

En la orilla del Mediterráneo, esta noche ceno unas habas muy tiernas mientras contemplo el cometa Hale-Bopp. Como los 39 suicidas californianos, también yo desearía agarrarme a su cola y ser inmortal, pero de momento me bastan estas habas con hierbabuena para solucionar el problema. La Tierra viaja por el espacio a más de 100.000 kilómetros por hora y aquí nadie se despeina, a nadie se le vuela el sombrero, pese a semejante velocidad. Tal. vez la locura de mucha gente se deba a esa aceleración que les conmueve lo más profundo del cerebro. De nuevo, aquí, en la Tierra, la energía solar ha sacado a. Dios del sepulcro en este tiempo de pasión, pero el negro cubano que acaba de arder como una estopa en la silla eléctrica en Florida podría ser el símbolo actual del calvario, si bien este individuo no va a resucitar. Lo harán por él todas las flores en primavera y gracias a eso no me siento culpable: mientras tomo estas habas deliciosas contemplando el cometa Hale-Bopp, que no volverá hasta dentro de 2.500 años, cuando nuestra inmortalidad se confunda ya con miles de millones de cascos de coca-colas en el fondo del mar que serán las futuras ánforas naufragadas de nuestra cultura. Desde La Habana, el negrito había soñado con la tarta de Miami y como los suicidas californianos se fue hacia ella por el puerto de Mariel soñando con ser un hombre libre. De todos los frutos maravillosos que Norteamérica depara, a este negrito le tocó sólo degustar el abominable don de la violencia. El Papa se limitó a interceder por él. La Iglesia católica tiene a su Salvador colgado de una cruz: fue un inocente condenado a muerte. A pesar de eso, el Vaticano no es partidario de abolir la pena capital, sin duda, por no contrariar a los norteamericanos, en cuyas cárceles 3.000 humanos esperan su viernes santo. El cometa Hale-Bopp, a 200 millones de kilómetros de distancia, pasa sobre el castillo de Denia y mi plato de habas. Una vez más, Dios ha resucitado. Sólo tienen ese mismo privilegio las flores y los frutos. Las habas. Los espárragos.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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