La nave terrestre
Rancho Santa Fe es una de las muchas localidades con nombre español que rodean a San Diego, una zona metropolitana que en total tiene 2,5 millones de habitantes y está tan sólo a 24 kilómetros de la frontera mexicana. Concebida corno urbanización selecta en las montañas, sus mansiones se cotizan en torno al millón de dólares (cerca de 150 millones de pesetas) y suelen incluir establos, naranjales y pistas de tenis.En las últimas horas, sus exclusivistas habitantes han empezado a regresar a la normalidad, una normalidad que consiste en que las señoras van a tomar café en la calle principal mientras sus maridos descansan en casa después de jugar al golf. Esta perfección perfumada por las flores de Rancho Santa Fe se mantiene gracias a la mano de obra barata mexicana, que recorre la urbanización en camiones desvencijados con la segadora a cuestas. Los periodistas han hecho cola en los escasos comercios de Rancho Santa Fe para recoger testimonios de los vecinos, más preocupados por comprar conejitos de Pascua.
"Esto es horrible, a mi vecina le ha estado interrogando la policía", decía la madre de dos niños a otra mujer mientras sacaban dinero de un cajero automático bajo los eucaliptus y las palmeras. Bajo el brazo llevaba un ejemplar del diario San Diego Union-Tribune, que el viernes daba consejos sobre cómo explicar a los niños lo ocurrido sin traumatizarles.
La encargada de un restaurante declaró que los miembros de la secta iban allí a menudo, y que todos pedían lo mismo. También frecuentaban un cibercafé donde los niños jugaban ayer con programas de realidad virtual, y una estación de lavado de coches donde, según un empleado, llevaban sus vehículos varias veces a la semana.
De la chabola al lujo
El lujo de la mansión de estilo español donde vivían (nueve habitaciones, siete cuartos de baño, pista de tenis y piscina) Contrasta con su anterior centro de operaciones: una enorme chabola construida a base de neumáticos que ocupaban en Nuevo México antes de mudarse a San Diego. A esta estructura la llamaban su "nave terrestre". Las cosas mejoraron cuando Applewhite recibió una herencia de 300.000 dólares (cerca de 45 millones de pesetas).En el centro de San Diego, vanos concejales y miembros de la alta sociedad asistieron el viernes al descubrimiento de una placa conmemorativa en el Balboa Theater, el cine más viejo de la ciudad (73 años), y no había en la atmósfera ningún rastro de la desgracia. Como dijo luego un empleado de un centro comercial: "Tratamos de no pensar en ello y no ver la televisión. En San Diego no queremos que se nos recuerde por esto, no tiene nada que ver con esta ciudad".
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