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Los cacahuetes del Deutsche Bank

Klaus Zwiclcel, el líder de IG Metall, sacó a relucir ayer todo el repertorio de tópicos de la aparentemente fallecida lucha de clases. Para abrir boca, dijo que allí estaba "la resistencia social contra la arrogancia de la banca y la arbitrariedad del gran capital" y afirmó que "aquí están en juego las personas y no cacahuetes, como se dijo en esta casa".Se refería Zwickel a la frase del presidente del Deutsche Bank con motivo de las pérdidas de cientos de millones de marcos por la estafa del constructor Schneider. El banquero dijo que eso eran "cacahuetes" para el, Deutsche Barik. Zwickel advirtió que "se ha llegado al límite de tolerancia y se ha superado la frontera de lo soportable". Luego dijo que "Bonn no puede convertirse en Weimar", la república de entreguerras que acabó con la llegada del nazismo al poder por la vía de los votos.

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El dirigente sindical apeló a "luchar contra el desmantelamiento social" y aseguró que la lucha de los metalúrgicos es la misma que la de los colegas mineros y los albañiles, "es la lucha por los puestos de trabajo". Y concluyó con gritos contra el "capitalismo de tahures de casino y la arbitrariedad bancaria". Los manifestantes que escuchaban al líder sindical portaban pancartas con lemas como "Las acciones no se pueden comer" y "Banco estúpido".

Mientras, las direcciones de Krupp y de Thyssen continuaron ayer sus discusiones, en un lugar que se mantiene en secreto, sobre la fórmula de la fusión. Ya han llegado al acuerdo de que Thyssen tome la dirección de la nueva sociedad común y están negociando una cooperación que vaya más allá del estricto sector del acero.

De momento, un portavoz de Krupp ha confirmado que la fusión con Thyssen supondrá "millares de supresiones de puestos de trabajo", que podrían alcanzar a los 10.000 empleos, según los analistas. Thyssen empleaba a unas 124.000 personas a finales de septiembre, de las cuales una cuarta parte en factorías instaladas en Alemania, y Krupp a cerca de 70.000.

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