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La única residencia de estudiantes minusválidos renueva sus locales

La única residencia madrileña adaptada para estudiantes universitarios y de secundarla con discapacidades físicas severas, en Eugenio Salazar, 2 (Chamartín), ha renovado de pies a cabeza sus obsoletas instalaciones. Con la reforma el recinto, gestionado por la Coordinadora Estatal de Minusválidos Físicos de España (COCEMFE), ha pasado de 20 a 43 camas y ha resuelto sus deficiencias de seguridad. La obra ha costado 140 millones de pesetas, 102 aportados por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y el resto por la Fundación Once. Un 30% de las plazas está subvencionado por el gobierno regional y el resto se destinará a minusvalidos de paso por la ciudad.

Las rampas complementan a las escaleras, los ascensores y pasillos disponen del espacio suficiente para que pase por ellos una silla de ruedas, y las habitaciones y recintos comunes carecen de molestos peldaños. Además, los baños están adaptados con agarradores y pasamanos. Todo el recinto, con tres plantas, la última dedicada a oficinas, tiene un aspecto de moderno hotel.Joaquim Bonaventura, secretario de Finanzas de COCEMFE, explica que la reforma de esta residencia, abierta desde 1986 en un inmueble cedido por la Seguridad Social, era imprescindible. "Antes, el recinto no cumplía la normativa de seguridad y, en general, sus condiciones eran muy malas", afirma. "Los estudiantes no se quejaban porque tampoco tienen mucho donde elegir, pero había que cambiarlo y lo hemos hecho dignificándolo", añade.

Esta residencia es la única de Madrid que alberga a estudiantes llegados de otros municipios o comunidades con discapacidades físicas severas. No se trata de un centro de rehabilitación ni asistencial. En él los jóvenes viven mientras realizan sus estudios en facultades o institutos de secundaria o formación profesional, a los que la mayoría se desplaza en taxis y vehículos concertados.

Al estar concebida como un hospedaje, su función es diferente, por tanto, a la de otras residencias, como la que abrió el Inserso en Vallecas, donde los estudiantes, además de vivir, acuden allí mismo a clases de formación profesional. En esta residencia, ubicada en el barrio ¿le La Prosperidad, hay 14 plazas concertadas con la Comunidad de Madrid. El resto, salvo que se amplíe el concierto, serán de pago y se dedicarán a minusválidos de paso, tanto a los que lleguen por libre como a los que acudan a jornadas formativas o de ocio veraniego organizadas por la Coordinadora.

"La idea es cobrar unas 5.000 o 6.000 pesetas por la pensión completa a quienes vengan a pasar unos días mientras asisten a jornadas, pero es un asunto que no está aún cerrado", apostilla Bonaventura. "En Madrid apenas hay alojamientos accesibles para discapacitados físicos y los que existen son muy caros", concluye.

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