_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El druida del akelarre

Vuelve a insistir el viejo brujo en la bondad de sus recetas tradicionales en relación a las virtudes curativas de sus pócimas para sanar heridas sangrantes abiertas en la sociedad vasca. ETA, la negociación y la autodeterminación ocupan el pensamiento del druida, sea cual sea el tema de debate. Aunque el akelarre digital le haya pillado a contrapié, se emplea en revolver su olla podrida, volviendo por sus fueros, sin rubor alguno, revestido de la altanería y la prepotencia propias de los viejos del lugar, cual Panorámix erguido y hierático que no desaprovecha la oportunidad para poner de manifiesto sus obsesiones antinacionalistas.Afirmo con rotundidad sentirme francamente hastiado de análisis llenos de tópicos en torno al nacionalismo en general y al vasco en particular. Se recrea obcecadamente una leyenda negra en tomo a las concepciones nacionalistas de sectores ciudadanos vascos que cala con suma facilidad en amplios sectores de la opinión pública española. Se presenta el nacionalismo como uno de los peores males ideológicos que conoce este final del siglo XX, una plaga a combatir, por todos los medios, por las supuestas falsedades en las que se basa y, sobre todo por los males que produce, relacionándolo directamente con el fomento de actividades violentas y terroristas.

Se sigue alimentando la leyenda negra del nacionalismo desde dos vertientes. La primera subrayando con vehemencia que el nacionalismo es hostil o contrario a la modernidad, es decir, que los nacionalismos, en cuanto movimientos sociopolíticos, son retrógrados, reaccionarios y atávicos. La segunda, de mayor calado, que son formulaciones subversivas, irracionales y pasionales. Ágrafas, por supuesto, preilustradas y preuniversitarias. Sustentadoras, en consecuencia, de utopías y mitos falaces fomentadores de odios que conducen a la violencia y a la guerra.

La teoría y la práctica, los documentos y la acción política en la ejecución de programas institucionales sectoriales, el día a día del Partido Nacionalista Vasco, pone bien de manifiesto todo lo contrario. Dichas realidades constituyen la mejor vacuna ante la avalancha de acusaciones, agravios, ridiculizaciones y desconsideraciones que gratuitamente se dirigen a, la dirección del PNV. La, teorización que emana de dichos círculos nacionalistas y la praxis política de sus cargos electos y de designación en las instituciones locales, forales, nacionales o estatales debería borrar, en lo que a ellos se refiere, toda huella de dicha leyenda negra. Pero no es así en extensos círculos intelectuales españoles.

Por ello no resulta ocioso reiterar, que del análisis riguroso de los documentos oficiales y de la praxis política del Partido Nacionalista Vasco en las instituciones que dirige habría que concluir que son el más claro exponente de articulación y de cohesión social en su propio ámbito, y, en consecuencia, la conjunción de las dos principales características de la modernidad. En primer lugar, la búsqueda de autonomía, es decir, el deseo, la aspiración y demanda por parte de los agentes sociales de conseguir mayor control en su situación social sobre el entorno físico y sociopolítico en el que se desarrollan sus políticas, y en segundo lugar, last but not least, la tendencia hacia la universalidad e internacionalización de valores, costumbres y vivencías.

No induzca el druida a engaño. El PNV no es exclusivamente un partido nacionalista, constituye un partido que en su acción política elabora y proyecta, además de su visión nacional, un modelo social y un modelo europeo, siendo además pionero en la elaboración y ejecución de programas de cooperacion internacional al desarrollo.

El nacionalismo vasco del Partido Nacionalista Vasco en su devenir histórico entre el siglo XIX y el XX ha superado, prácticamente desde sus inicios y ateniéndose a la crítica textual de sus producciones oficiales internas, definitivamente para el año 1931, concepciones ideológicas del nacionalismo que es necesario explicitar y reconocer y sobre las que debe fundamentarse la crítica política, a sus bases ideológicas si se quiere ser fiel, a la descripción de la realidad con rigor, concisión y precisión. Críticas sustentadas en pilares prefundacionales, fundacionales o que respondan a determinadas fases de su historia será preciso contextualizarlas y datarlas con precisión, con los mismos métodos que se exigen para la crítica histórica e historiográfica. Es lo mínimo que se puede esperar de catedráticos universitarios especia listas en la materia.

La evolución conocida en el seno del Partido Nacionalista Vasco es digna de ser considerada desde la perspectiva académica. Un partido de bases que a lo largo de su historia ha fomentado el debate, la reflexión política y el consiguiente aggiornamento de sus concepciones ideológicas, en el eje básico del nacionalismo democrático. A partir de concepciones fundacionales basadas en el nacionalismo étnico, etnolingüístico, formula el Partido Nacionalista Vasco un nacionalismo sociológico, pluririreferente y pllurivalente: político e institucional, económico y social, educativo y cultura! y, evidentemente, lingüístico. Iniciales posicionamientos ideológicos etnoterritoriales, telúricos, han dado paso a bases humanistas más amplias, de forma que el Partido Nacionalista Vasco sustenta en la actualidad sus posiciones en un nacionalismo ciudadano. El nacionalismo rural pasa a convertirse en expresión urbana e industrial. El nacionalismo fundamentalista, de corte esencialista y romántico -la nación ontológica per se-, basado en la secuencia: una raza, un pueblo predestinado, una lengua, un territorio, una nación, un Estado, del siglo XIX, es reformulado por el Partido Nacionalista Vasco en un nacionalismo democrático basado en el exquisito respeto a la voluntad expresa de todos y cada uno de los ciudadanos que conforman la sociedad vasca. Proyecto político, racional, realista y pragmático, propio de la modernidad y de la Ilustración. De una concepción inicial teocrática evoluciona el Partido Nacionalista Vasco, en una primera fase, a posiciones inspiradas en la doctrina social de la Iglesia católica, para definir su proyecto político, más adelante, desde la aconfesionalidad de un humanismo de corte socialcristiano, basado en la libertad personal y de los pueblos, de justicia social, de solidaridad y de cooperación.

Y un cambio relevante, en la perspectiva de actuación del nacionalismo democrático vasco: de la retrospectiva visión que fijaba en una sociedad mítica primitiva y originaria -la Arcadia euskaldún-, la perfección perdida a la que retrotraerse, a la prospectiva visión de futuro, proyectada hacia un proyecto político soberanista a construir, sustentada en la voluntad democrática de los ciudadanos vascos.

Algún avispado bienintencionado pretenderá ubicar estas novaciones del nacionalismo democrático vasco del Partido Nacionalista Vasco en coordenadas temporales recientes muy cercanas a la actualidad. Por ello, no resultará ocioso reseñar que estas novedades se encuentran perfectamente definidas y articuladas en textos y documentos oficiales del Partido Nacionalista Vasco por lo menos desde 1931. No se ha analizado, y en consecuencia valorado suficientemente, por ejemplo, el periodo político del lehendakari Agirre, y sobre todo la incardinación de una de las expresiones del nacionalismo vasco en la conformación de la originaria democracia cristiana europea, complementando las formulaciones originarias sabinianas con un modelo social determinado: el social cristiano, exactamente en la misma línea que Schumann, Adenauer o De Gasperi. Los nacionalistas vascos del Partido Nacionalista Vasco apostaban ya por la construcción europea y trabajaban codo con codo en la consecución de dichos objetivos. ¿Se notan las ausencias?

Y, a pesar de todo, la leyenda negra, y los tópicos de anticuario perduran, se analizan y se transmiten en ciertos sectores de la sociedad española de generación en generación, sin al teración alguna, en un proceso sociológico digno de estudio y de consideración.

Insistir en afirmar que la práctica política institucional y las ponencias oficiales del PNV de finales del siglo XX siguen fundadas en las bases del aranismo del siglo XIX, sin alteración ni renovación alguna, es impropio de un articulista que suscribe sus trabajos en su condición. de catedrático de Pensamiento Político de la Universidad Complutense de Madrid. Sólo a un viejo druida se le pueden permitir dichas licencias en el akelarre.

Joxe Joan González de Txabarri Miranda es diputado del PNV.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_