Penalti y expulsión

El lío que no cesa. La jornada será recordada por sus goles y su brusquedad. Y porque el grito más famoso de la Liga, excepción hecha de aquel "Rafa no me jodas", se oyó en muchos campos. En el Bernabéu, en el minuto dos de partido. El penalti, lo transformó Suker y Abel Xavier fue expulsado. La historia se repitió en el Camp Nou, precisamente en, el, partido que enfrentaba a los dos equipos protagonistas del ya lejano suceso que unió para siempre a Mejuto, Rafa, Couto, Aguado y la madre del árbitro. Konrad portero del Zaragoza, se fue a la calle y Ronaldo no perdonó. No se recuerda una jornada como la de ayer. Ocho penalties y ocho expulsiones. A los árbitros, pese a que les pongan bajo sospecha, no les tiembla el pulso.Javier Pérez se calienta. La guerra de declaraciones que ensucia el fútbol español admite más actores. El último integrante del club de los que insultan es Javier Pérez, presidente del Tenerife. Que no entiende que los árbitros guarden silencio pese a la basura declarativa que les está cayendo encima: "Que hablen, porque, les vamos a apoyar. No sé lo que están haciendo, tan sorprendentemente callados. Así parecen autéticos comemierdas". La siguiente andanada tuvo como destinatarios a la federación y a Núñez. "La federación está castrada. No tiene la testiculina para actuar. No se le puede permitir decir al presidente Núñez, no sé si hay que hablar de presidente o hacerlo en diminutivo, lo que les ha dicho a los socios. ¿Qué pasa, que el ordenador está contra el Barça?".

Otra vez la policía en Sevilla. En el Sánchez Pizjuán la policía desarrolla un papel estelar. Hace meses defendían a De Caldas de las iras del respetable. Ya no hace falta. Más que nada porque aquél ha abandonado su testaruda idea de aparecer por el palco, donde al parecer se sentía encantado de ver tantos pañuelos, de oir tantos improperios. Ayer la policía volvió a tener trabajo.Parte del público culpó a Daudén Ibáñez de la derrota. Salió el árbitro protegido por las fuerzas del orden, que tuvieron que detener a un aficionado que llegó hasta el césped para desahogarse a mamporros. Los problemas se trasladaron a la grada y la policía cargó contra un grupo de aficionados, entre los que una señora se llevó la peor parte. Le dio un ataque de histeria, se desmayó, fue atendida por la Cruz Roja, su hija rompió a llorar, un policía resultó herido... Resumiendo, el Sánchez Pizjuán.

Floro, en su sitio. En Gijón también estuvo alerta la policía. El Sporting se había visto obligado a entrenar en los últimos días con la presencia de la guardia civil. Porque los hay que rechazan a Floro, sus métodos y su pizarra. Por eso se augura ban problemas. Pero el público de El Molinón estuvo ayer con los suyos. Y Floro de mostró que valentía no le falta. Desde el primer minuto vio el. partido fuera del banquillo. Para que la ira del público se dirigiera contra él, no contra sus jugadores.

Sangre en Valladolid. Hubo sangre en Valladolid. Y gestos heroicos, de los que tanto gustan. Acabó en la enfermería Craioveanu tras una entrada que el árbitro no consideró siquiera punible. Se abrió la cabeza Fernando, que volvió al césped con un aparatoso vendaje en la cabeza al más puro estilo Camacho. Tras el descanso, la venda ya era todo un gorro. Poco después cayó lesionado un juez de línea. Le sustituyó, como está mandado, el cuarto árbitro, que hizo lo imposible por echarle una mano al desafortunado Megía Dávila. Más que nada porque era su hermano.

El gesto de Zambrano. Penaltis, expulsiones, lesiones... La polémica tiene nombres propios. Y no precisamente el de Fernando Zambrano, entrenador del Rayo. Cayó su. equipo en Vigo y la derrota comenzó, a fraguarse con un penalti. Pues bien, las declaraciones de Zambrano al respecto deberían escribirlas mil veces en la pizarra unos cuantos: "Felicito al árbitro", dijo.