La guerra que Israel no puede ganar
En los rincones del sur de Líbano, con la guerrilla de Hezbolá
ENVIADO ESPECIALA tiro de fusil de las trincheras israelíes en las colinas que rodean a Nabatiyé, de un pequeño salón sin más adornos que un calendario y una gran bandeja de manzanas, al jeque Nabil Kaouk se le ilumina la cara cuando se le pregunta cómo va la vieja guerra en el sur de Líbano. El entorno es apacible: una casa común sin centinelas ni guardaespaldas. Detalle sorprendente si se toma en cuenta que Kaouk, el carismático líder shií de 34 años, personifica la pesadilla de Israel. Pero bajo el impecable turbante blanco, la sonrisa del jeque es previsible.
Tras más de una década de lucha contra el Ejército de ocupación israelí, los guerrilleros de Hezbolá (literalmente, Partido de Dios), esos 400 hombres a las órdenes de Kaouk, dicen que la victoria está a alcance de la mano. "Líbano es para Israel lo que fue Vietnam para los estadounidenses", asegura Kaouk en el prólogo de una larga entrevista tras días de viajes por los rincones del sur libanés. "Hemos adquirido valiosa experiencia y somos cada día más fuertes afirma.
Es una evaluación que corroboran funcionarios de la fuerza multinacional de paz de las Naciones Unidas (FINUL). "Ésta es sencillamente una guerra que Israel no puede ganar, dice una fuente del organismo que sigue el desarrollo del conflicto dentro y fuera de la llamada zona de seguridad. "Hezbolá sigue operando y perfeccionando sus métodos", agrega.
Los guerrilleros cuentan hoy con misiles antitanque Sagger y cohetes antiaéreos SAM-7 que obligan a los pilotos israelíes a operar a mayor altura, lo que reduce la precisión de sus bombas. Cuando los israelíes comenzaron a detonar minas enemigas con señales electrónicas, los guerrilleros inventaron bombas con un camuflaje perfecto: las minas a la vera de los caminos están ocultas bajo piedras. Este sistema ha obligado a Israel a intensificar el movimiento de sus aproximadamente 2.000 soldados en helicópteros.
Cuando Kaouk traza la comparación con la desastrosa campaña estadounidense en Indochina, lo hace con una convicción curiosamente compartida por un creciente número de políticos israelíes que claman por una retirada de Líbano. A la luz del elevado coste humano y económico de una operación que no ofrece resultados tangibles, en Israel hay fuertes síntomas de fatiga, frustración y prisa. El pasado lunes, una encuesta realizada por la Universidad de Bar llán reveló que el 78% de los israelíes no cree que Israel puede ganar la guerra contra Hezbolá.
Israel invadió Líbano en 1978 para liquidar la guerrilla palestina. No lo consiguió. Por eso volvió a invadir en 1982 y, aunque logró expulsar a los guerrilleros palestinos, el resultado final que dó a medias. En 1985 estableció la que llama zona de seguridad, una franja de 18 kilómetros de ancho para, en teoría, protegerse de los ataques de la coalición de guerrilleros musulmanes e izquierdistas apoyados por Siria e Irán. Pero los cohetes Katyusha de Hezbolá lanzados ocasional mente sobre Galilea y los frecuentes entierros de soldados isralíes caídos en Líbano cuestionan el sentido efecto y valor de una ocupación que, vidas aparte, consume casi 500 millones de pe setas diarios.
"Todo el que ha venido a ocupar Líbano se ha quemado las manos", dice Kaouk, y a su argumento no le falta razón: Israel ha ganado guerras contra Egipto, Siria y Jordania. Pero en Líbano jamás ha podido vanagloriarse de una victoria, y desde 1971 sigue perdiendo soldados. Sólo en 1996 cayeron 27 israelíes en combate y, aunque, el número de bajas guerrilleras sikgvue siendo superior, el margen se ha ido reduciendo de forma progresiva. Según el Gobierno israelí, el año pasado Irán envió a Hezbolá 30 cargamentos aéreos de armas vía Siria. Los guerrilleros ridiculizan esa In versión. "No tenemos esos arsenales. Los israelíes poseen lo más avanzado en aviones, helicópteros, carros de combate, artillería y tecnología estadounidense, pero aun así no pueden vencernos", afirma con orgullo un guerrillero apostado cerca del puerto de Tiro. "Nada pueden hacer contra nuestra de terminación de morir comba tiendo hasta expulsarles de nuestra tierra". Consciente del gran impacto psicológico de sus operaciones, Hezbolá está revelando por primera vez detalles militares. Tras un ataque que hace 10 días dejó un saldo de nueve israelíes heridos cerca de la aldea de Blat, Hezbolá presentó a seis comba tientes que participaron en esa operación. El líder de la columna, que se identificó como Kamal, de 25 años de edad, narró cómo su unidad tendió una emboscada a una patrulla de la unidad de élite Egoz (Almendra). Se movieron con tal sigilo, eludiendo y desactivando sistemas de seguridad del perímetro israelí, que los soldados, al verse atacados, creyeron que habían caído por error bajo fuego de sus propios camaradas.
Incidentes como éstos ayudan a Hezbolá a proyectar la imagen de una fuerza enemiga confundida y desmoralizada. "Los israelíes saben que su llamada zona de seguridad es una trampa mortal. Tienen miedo de cada árbol, de cada roca, de cada vaca", afirma el jeque Kaouk, que confiesa leer a diario, gracias a Internet, traducciones de análisis militares publicados por, la prensa israelí.
Fuentes militares de FINUL confirman versiones de una alarmante erosión de la moral en las filas del llamado Ejército de Líbano Sur (ELS), la milicia de 2.500 hombres que Israel entrena, arma y financia dentro de la zona ocupada. Despreciados por la gran mayoría de los libaneses como traidores y meros "sacos terreros" de los israelíes, decenas de milicianos del ELS han comenzado a desertar de su cuartel general en la aldea de Marjayún.
"Los milicianos están dándose cuenta de que, tarde o temprano, los israelíes no tendrán más remedio que irse de Líbano, . y sospechan que serán abandonados a su suerte", agrega. Algo que magnifica los temores de los milicianos del ELS es que su comandante, el ex general cristiano libanés Antoine Lahad, ya ha enviado a su familia a Francia y supuestamente está solicitando asilo en París.
Algo que carga aún más la atmósfera triunfalista en las trincheras de Hezbolá es, la, intensidad del debate en Israel sobre una posible retirada de Líbano. La muerte de los 73 soldados en el choque de helicópteros que se ha producido este mes ha provocado una feroz controversia en la que participan tanto diputados oficialistas del Likud como los opositores laboristas.El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, rechaza las propuestas de una retirada unilateral afirmando que ello crearía un vacío ideal para otras fuerzas hostiles a Israel. Pero la opción ofrece una faceta políticamente atractiva: el cumplimiento de la resolución 425 de la ONU -que desde 1978 exige la retirada israelí de Líbano- entrañaría un virtual pacto bilateral de paz con Beirut. Al circunvalar a Siria, debilitaría notablemente la presión de Damasco y aislaría a los sirios en futuras negociaciones, para la devolución del Golán. Pero el primer ministro libanés, Rafik Hariri, en cuyo país Siria mantiene desde 1976 a más de 35.000 soldados, descartó la semana pasada toda posibilidad de un pacto separado con Israel.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.