Chocolate frente a autobuses
Nuestro alcalde ha vuelto a sorprendemos, aunque ya no tanto, porque esta vez lo esperábamos, con un nuevo envite de despliegue publicitario extremista en algunas líneas de autobuses. Si recuerdan ustedes, hace un año, con tal de acaparar superficie para publicidad, sustituyó las ventanas de los autobuses por rejillas impresentables que reducían el campo de visión disparatadamente en el interior y que conferían a los autobuses el aspecto de cajas de anuncio.En vista de las lógicas y masivas protestas que hubo entonces, ya que se trataba de una barbaridad repudiada por el sentido común, vuelve el alcalde a las andadas, y de nuevo envida, aunque esta vez el envite no es tan cruel y salvaje. Pero sigue siendo salvaje. El despliegue de anuncios es menor sólo en la medida en que se mantienen las ventanas y no se instalan rejillas. Los pasajeros se abruman a la visión de un autobús convertido en una tableta de chocolate total o una cajetilla de tabaco total. El pasajero no accede a un autobús, sino a un anuncio total. Y algo tan absurdamente total es extremista y ataca la dignidad personal.
He visitado bastantes capitales y ciudades europeas y en ningún sitio he visto que los autobuses lleven a tales extremos absurdos la publicidad. Hay que decirle al alcalde que ya está todo inventado, que se limite a copiar lo que vea por ahí y que no haga inventos nuevos. Y, además, que no veje a las personas (¿qué tiene que decir a esto el Defensor del Pueblo?). Este señor es un liberal extremista que exagera todo lo que toca con su filosofía disparatada. Y otra cosa: si las arcas municipales están a falta de dinero, que reparta sus ingresos publicitarios entre todos los vehículos municipales; que instale en su coche oficial los mismos anuncios que en los autobuses; que vaya a inaugurar un acto y, en vez de salir de un coche, que salga de una tableta de chocolate y que observe la hilaridad de la concurrencia. Como dicen por ahí, "café para todos". No sólo. para los usuarios del autobús-
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