La razón democrática
Sorprendido, y gratamente, estoy al comprobar, en el editorial de EL PAÍS del 21 de enero de 1997, la valentía de ustedes -que honra a su profesión- al encarar una muy pertinente crítica a la política (intocable) de la Generalitat de Cataluña, esta vez relativa al a todas luces reaccionario proceso de selección de adopciones que aquí se lleva a cabo. Pues ahí se delata aquello que muchos catalanes ya sabemos desde hace demasiado (y que resumo usando los entrecomillados siguientes, citas literales de su editorial): que algunos catalanes "tenían que reprimir sus quejas por miedo a ser considerados no idóneos"; que algunos opinan que en ciertas decisiones de la Generalitat "subyace un trasfondo xenófobo" y "una mentalidad intervencionista más preocupada por cerrar puertas que por abrirlas"; pues, no es menos cierto que "en esta desmesura hay también una buena dosis de prepotencia..."; y que, verdaderamente, "sorprende" que la Administración catalana "haya llegado a este extremo de intervencionismo y arbitrariedad".Bravo por ustedes. Sólo les falta un pasito. Sometan a crítica de una vez a la guinda de la arrogancia nacionalista: la política de inmersión lingüística de la Generalitat.
Es fácil. Apliquen esos mismos entrecomillados a la política de inmersión (no sólo lingüística); verán, sencillamente, relucir la verdad. Y recibirán ustedes (los periodistas, última esperanza) aún mayor agradecimiento de los muchísimos catalanes que todavía creemos que la política de los Estados debe estar regida, ante todo y sobre todo, por la razón. Por la razón democrática. Y no por (¿recuerdan?) el "todo por la Patria".-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.