La pasión de Ortiz Úrculo
La Fiscalía General del Estado suele aplicar en la forma la frase de Baltasar Gracián ("Lo bueno si breve, dos veces bueno"), pero no en el fondo. La brevedad de sus comunicados no le confiere una doble bondad. Ni siquiera una. Juan Cesáreo Ortiz Úrculo ha enviado a la Fiscalía Anticorrupción un documento en el que el colectivo Manos Limpias, aporta recortes de periódicos como denuncia de la presunta amnistía fiscal. Por tanto, se mantiene en sus trece: propone investigar un asunto denunciado por los medios de comunicación cuando nadie ignora que la información ha partido del Gobierno. Pero el Fiscal General no desea dar un cariz político.La decisión de enviar el asunto a la Fiscalía Anticorrupción hace suponer que Ortiz Úrculo ve presuntos delitos dé prevaricación y/o cohecho de funcionario público, es decir, de personas que obraron a sabiendas en el tratamiento de las 4.797 expedientes presuntamente prescritos. De otro modo, el Fiscal General podía haber enviado el asunto a la Audiencia Nacional a secas. Sobre todo, a la vista de que Juan Costa siempre habló de una gestión errónea y negligente que fue incapaz de aplicar aquellas medidas correctoras que ella misma adoptó en los años 1991-1996. Porque Costa ha reconocido que se adoptaron, aunque tarde, medidas.
El problema de la decisión de Úrculo es que llevaría a convertir a la Fiscalía Anticorrupción en una Agencia Tributaría bis por un tiempo nada desdeñable para investigar los casi 5.000 expedientes. Quizá ni él ni sus asesores han pensado que los primeros en pasar por la Fiscalía, serían actuales responsables como Rafael Bermejo y Pilar Valiente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.