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EEUU prepara acciones de 'comando' contra los criminales de guerra en Bosnia

Un dogma de la política exterior norteamericana afirmaba que el croata Franjo Tudjman y el serbio Slobodan Milosevic eran personajes imprescindibles para la estabilidad de los Balcanes. Las protestas callejeras de Belgrado debilitaron el dogma y la llegada de Madeleine Albright a la Secretaría de Estado ha culminado el cambio: Washington ya no considera oficialmente incuestionables a los presidentes de Croacia y Serbia. El Gobierno norteamericano, además, está considerando seriamente la posibilidad de detener a políticos, militares y milicianos serbios y croatas acusados de cometer crímenes de guerra en Bosnia, según confirmó ayer Mike McCurry, portavoz de la Casa Blanca.

Jefes militares y del espionaje de EE UU ultiman los planes de posibles operaciones de comando para capturar a esos personajes y presentarlos al Tribunal Internacional de La Haya. Bill Clinton no ha tomado todavía una decisión al respecto, pero en Washington se recordaba ayer que Albright criticó al general Colin Powell en los primeros momentos de la guerra en Bosnia por predicar la pasividad norteamericana. "¿Qué sentido tiene contar con este magnífico Ejército, del que siempre nos estamos enorgulleciendo, si luego no podemos utilizarlo?", le espetó en 1993 al entonces jefe del Estado Mayor.Cuando Clinton decidió que, dada la impotencia europea y sus propias necesidades electorales, Estados Unidos debía detener la carnicería de Bosnia tuvo que contar con el apoyo de Tudjman y Milosevic, dos líderes ex comunistas convertidos al nacionalismo autoritario. El resultado fue una paz considerada injusta por los que habían defendido la unidad de Bosnia frente a las agresiones de los nacionalismos serbio y croata.

El pasado viernes, en su primera conferencia de Prensa como jefa de la diplomacia norteamericana, Albright fue preguntada por la posición de Washington respeto a los terremotos en los Balcanes que pueden provocar el cáncer de próstata de Tudjman y la fragilidad política de Milosevic. Albright respondió que la acción exterior norteamericana no puede basarse "en ningún individuo"; añadió que la paz de Dayton "está apoyada por mucho más que dos líderes", y aseguró que la política balcánica de Estados Unidos es "desarrollar instituciones" que "puedan impulsar una evolución hacia la democracia y la economía de mercado".

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