El pesimismo se adueña de Japón
Economistas, intelectuales y funcionarios coinciden en la necesidad de un cambio drástico
Muchos japoneses pensaban que el próximo siglo sería el siglo de Japón. Pero después de años de incesantes dificultades económicas y de un mercado de valores convulso, eso suena ahora como un chiste de mal gusto a gente como Yukiko Shinya. "Como accionista, estoy aterrorizada", decía Shinya, una jubilada de 70 años, al contemplar las recientes caídas de la Bolsa en los paneles electrónicos. "Simplemente, no hay futuro".La sombría actitud de Shinya puede parecer, sin duda, alarmista aquí en Japón, uno de los países más ricos del mundo y en el que sólo el 7% de la población tiene acciones en Bolsa. Sin embargo, su pesimismo es compartido ampliamente por destacados hombres de negocios, algunos de los escritores más famosos, altos funcionarios de la Administración y economistas, muchos de los cuales piensan que se necesitan cambios drásticos para recuperar el dinamismo perdido.
A pesar de la fuerza económica global de Japón, la caída de la Bolsa un 11 % en lo que va de año y la- continua depreciación del yen frente al dólar constituyen, en la psique de muchos japoneses, la señal de alarma de que la economía nacional va hacia el estancamiento.
Los japoneses, por supuesto, son conocidos por su pesimismo y su modestia, pero ahora el descontento parece estar provocando un movimiento de que algo debe hacerse. Libros, revistas económicas y periódicos de información general argumentan que, como en el Reino Unido hace un siglo, Japón puede encontrarse ante un declive inexorable de su prestigio internacional y de su poderío económico.
Tanto los titulares como las historias hablan por sí solos: "Japón desaparece", "Japón está en peligro, el declive comienza", "Japón se encamina hacia el colapso". Los comentaristas señalan que Japón será llevado al mar de los países escleróticos por el fardo de la complacencia y del exceso de regulación.
"Japón se encuentra en una encrucijada", destacó recientemente en un discurso Shoichiro Toyoda, presidente de Keidariren, la organización empresarial más influyente del país. "Si no tomamos medidas y dejamos crecer estos problemas, la economía japonesa se encaminará hacia la catástrofe y se quedará fuera del mundo de la prosperidad en el siglo XXI'.
Toyoda, que también es presidente de la Toyota Motor Corporation, ha hecho hincapié en que, a menos que la economía se libere de las barreras regulatorias, se reorganice la burocracia y cambie la forma de hacer política, la envejecida sociedad japonesa y la fuga de las industrias manufactureras hacia países con salarios más bajos presentarán en el futuro retos aún mayores que los que en la actualidad aplastan a la economía japonesa.
El primer ministro, Ryutaro Hashimoto, ha hecho un llamamiento para un cambio en profundidad, desde la reorganización de la burocracia a la reforma del presupuesto fiscal, pasando por la seguridad social, la educación y la restructuración drástica de la industria financiera y de toda la economía en general.
Hace 10 años, los informes Maekawa ya sentaron las bases para un amplio plan de cambios, pero nunca se llevaron realmente a cabo y, por tanto, muchos votantes e inversores se sienten escépticos ante la posibilidad de que Hashimoto traiga un cambio real.
Desde la primera semana laboral del año, a efectos de la Bolsa, los valores han subido y bajado como un torbellino; el yen se ha debilitado aún más frente al dólar, ofreciendo oportunidades unos pocos, pero una seria preocupación para la mayoría. El índice cerró el jueves pasado a 17.909,46, 104,42 puntos por debajo del cierre del miércoles. En Nueva York, en las últimas operaciones, el yen flirteó alrededor de los 120 yenes por dólar, su valor más débil en casi cuatro años.
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