Batalla de Argelia
EN TAN sólo una jornada, la del último domingo del año ' 43 personas perdieron la vida y otras 68 resultaron heridas en atentados terroristas registrados en Argelia. La sangría ha continuado a ese siniestro ritmo a medida que se acercaba el Ramadán, el mes sagrado del ayuno para los musulmanes, que se inicia hoy, y la fecha fatídica del quinto aniversario del golpe de Estado que un lustro atrás, el 11 de enero, interrumpió el proceso electoral en curso.Esta campaña terrorista va acompañada de un amedrentamiento a la población, y en particular a las mujeres para que lleven el velo y no fumen. De lo que no nos enteramos con la misma profundidad es de las atrocidades que producen en su campaña de intensa represión el Ejército y los grupos paramilitares, en una guerra de la que sólo se permite transmitir imágenes de una de las partes. A pesar de todo, el primer ministro, Ahmed Uyahia, asegura que se trata de un "terrorismo residual" en el que los fundamentalistas violentos han perdido la batalla. Incluso con el respaldo electoral con el que cuenta, el presidente Zerual no logra controlar la situación. Las reformas políticas que propone son insuficientes y corren el riesgo, al ilegalizar al fundamentalismo islámico, de enquistarlo y reforzar en su seno a los violentos que parecen dominar algunos barrios y territorios.
Esta guerra civil -pues no cabe denominar de otra manera un conflicto que se ha cobrado al menos 50.000 vidas- no atañe únicamente a los argelinos, sino también al conjunto de Occidente, a menudo objeto de los terroristas islámicos.
Como último botón de muestra, el Ejército Islámico de Salvación, brazo armado del Frente Islámico de Salvación (FIS) ha aconsejado a Occidente que se mantenga "al margen" de los acontecimientos argelinos y deje de apoyar al régimen de Zerual. La más amenazada es Francia, cuya capital ha recibido el impacto del terrorismo islámico, mientras las fuerzas policiales intentan cercar a sus autores.
La situación parece demostrar que la vía seudorreformista iniciada por Zerual no resulta suficiente. La apertura de un diálogo político con los fundamentalistas islámicos moderados -si se logra separarlos de los violentos- para su posible participación plena en la vida cotidiana del país podría proporcionar un camino de salida razonable a una coyuntura a la que nunca se debió haber llegado. Cinco años atrás, ante una posible victoria electoral. del Frente Islámico de Salvación, el régimen disponía de muchos otros instrumentos para controlar la situación que el golpe militar. Éste ha demostrado que no sólo no ha servido, sino que ha agravado la situación.
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