Un guardia real resultó herido por la explosión de un vehículo utilizado por los asesinos para huir
Una fuerte explosión sacudió los barrios de la Estrella y Moratalaz apenas media hora después de que ETA asesinara al teniente coronel Jesús Agustín Cuesta Abril en la calle de Sirio. La detonación provocó una especie de loca estampida protagonizada por varias docenas de coches policiales, acompañados de unas 200 personas a la carrera, que salieron a toda velocidad desde la calle de Sirio hasta la del Arroyo de la Media Legua, a un kilómetro de distancia. Los asesinos habían hecho estallar, mediante una carga de 8 o 10 kilos de amonal, el coche Ford Fiesta empleado minutos antes en el atentado. El guardia real Carlos Blázquez Mulas, de 45 años, resultó herido cuando caminaba con su esposa y una hija por las inmediaciones.
La trepidación causada en Moratalaz por la explosión desató los nervios de los vecinos y de los policías. Éstos tuvieron que emplearse a fondo para lograr cercar la zona, próxima al Camino de Vinateros, y contener a los centenares de curiosos que se arremolinaron en los alrededores. Muchos de ellos abandonaron el cercano hipermercado Alcampo para conocer de cerca qué sucedía.El guardia real Carlos Blázquez resultó alcanzado en la cabeza por un trozo de metal que salió despedido del Ford Fiesta abandonado por los terroristas con un artefacto que se activó por un temporizador. Se dirigía a pie hacia su domicilio del número 9 de la calle del Arroyo de la Media Legua, con su esposa, que está embarazada, y una hija de corta edad, cuando fue herido fortuitamente.
Un vecino de la zona relató que escuchó la detonación e inmediatamente se asomó por la ventana de su vivienda, desde la que vio cómo Blázquez intentaba ponerse en pie, sin conseguirlo a causa del aturdimiento.
Blázquez quedó ingresado en el hospital Gregorio Marañón por presentar traumatismo crancoenfefálico, además de una herida inciso-contusa en el parietal derecho y una herida incisa en la lengua. Los facultativos se han reservado el pronóstico.
Dulcinea Lorrente Bravo, de 23 años, que también sufrió heridas por la explosión, fue dada de alta tras practicársele una sutura en una mano.
Otro joven, que estaba en su domicilio, cercano al lugar de la explosión, sufrió heridas leves por cortes de un cristal y no precisó ser hospitalizado.
El Ford Fiesta que ETA hizo estallar en Moratalaz había sido robado el 12 de noviembre pasado en la calle del Doctor Esquerdo, muy próxima a la zona donde ayer murió asesinado el teniente coronel, según fuentes de Interior. Los terroristas le habían colocado unas placas de matrícula falsas, correspondientes en realidad a otro coche de la misma marca y modelo.
Los policías antidisturbios, con gran nerviosismo ante la posibilidad de que los terroristas hubieran abandonado un segundo coche bomba en las inmediaciones, obligaron a periodistas y curiosos a alejarse mucho más aún. "¿No comprenden que aquí corren peligro?", repetían los agentes para doblegar la resistencia de los curiosos y de las personas que pugnaban por entrar en sus casas, situadas dentro del cordón policial.
Sobre las cinco de la tarde, inspectores de la Brigada de Información salieron a toda prisa a la calle del Saliente, próxima a la de O'Donnell. "Hay cientos de falsas alarmas", explicaba con exageración un sargento de la Policía Municipal. Pero esta vez la alarma no era falsa: había un Fiat Tempra, con falsa matrícula M-0461-NX, que también fue empleado por los autores del atentado.
El subdirector general operativo de la Policía, Pedro Díaz-Pintado, coordinó sobre el terreno la labor de búsqueda del hipotético coche bomba, junto con el jefe superior de Policía de Madrid, Carlos Corrales, y el comisario general de Policía Judicial, Jesús Espigares.
El viceministro de Seguridad, Ricardo Martí Fluxà, mantuvo ayer tarde una reunión extraordinaria de la Mesa de coordinación antiterrorista, junto con los directores de la Policía y la Guardia Civil y un mando del Cesid.
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