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Gingrich lucha por conseguir el apoyo republicano para presidir la Cámara

Newt Gingrich, el caudillo de la revolución conservadora que otorgó la victoria a los republicanos en las legislativas de 1994, vaticinó ayer que hoy volverá a ser elegido presidente de la Cámara de Representantes de EE UU. "Seré el primer republicano en ocupar este puesto dos veces consecutivas en los últimos 68 años" dijo. Pero lo que Gingrich silenció es que también será el primer titular de ese cargo, el tercero en la jerarquía norteamericana tras el presidente y el vicepresidente, sobre cuya cabeza pende una sanción por violar las normas de financiación de la política y mentir a un comité legislativo.

La mayoría republicana de la Cámara de Representantes celebró anoche dos reuniones a puerta cerrada para estrechar filas ante la presentación, hoy, de la candidatura de Gingrich, el político más popular de EE UU, a la reelección. Con 227 escaños obtenidos en noviembre sobre un total de 435, los republicanos tienen asegurada la presidencia; el problema estriba en que a poco que una veintena de ellos tenga escrúpulos de conciencia y decida abstenerse, los 207 demócratas y el independiente pueden derrotarle.La presión de la cúpula del partido del elefante sobre sus congresistas para que, aun tapándose las narices, voten a Gingrich es, en estos momentos, extraordinaria. Tan sólo unos pocos, como Michel Forbes y James Leach, reiteraban ayer su oposición a apoyar a un personaje que reconoce haberse saltado a la torera principios del quehacer legislativo.

Debilitar la oposición

Forbes piensa que si la votación de hoy fuera secreta, que no es el caso, muchos de sus correligionarios cerrarían el paso a Gingrich. Leach añade que el liderazgo de Gingrich debilitará moral y políticamente la oposición de la mayoría republicana en el Congreso a Bill Clinton y por lo tanto que votará por otro candidato, cuyo nombre no reveló.

El 21 de diciembre, Gingrich reconoció que, en 1994 y 19951 dio información falsa al Comité de Ética del Congreso que investigaba la posible financiación de sus actividades políticas con fondos de organizaciones de beneficencia libres de impuestos.

Gingrich atribuye sus errores a sus abogados y negó en diciembre al Comité de Ética del Congreso lo que ahora acepta: que dinero de tres fundaciones, dos educativas y una para el progreso de la libertad, fue destinado a financiar las charlas a favor de la causa republicana que dio en la primera mitad de esta década en universidades de su Estado natal de Georgia. Las leyes norteamencanas prohiben que el dinero de ese tipo de fundaciones se destine a actividades partidistas.

Si los republicanos deciden aupar de nuevo a Gingrich a la presidencia de la Cámara, en las próximas semanas puede verse el lamentable espectáculo de que el adalid de la revolución conservadora reciba un correctivo por parte del Comité de Ética del Congreso, aunque es muy probable que éste se limite a una reprimenda oficial o una multa en metálico.

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