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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Falsos conflictos

DISTINGUIR ES el primer paso del conocimiento, condición necesaria, a su vez, de cualquier juicio basado en la reflexión y no en el arrebato pasional. Ésa sería la primera recomendación cuando se trata de analizar los casos de reproducción asistida o de lo que ha venido en llamarse, con término que ya prejuzga en contra, madres de alquiler. Cada caso es distinto. No es lo mismo la mujer británica que, literalmente, prestó su útero para que pueda desarrollarse un óvulo fecundado de su hija, imposibilitada para tener sus propios hijos, que aquella otra que se alquila por dinero, sin detenerse mucho en qué condiciones, como la que recientemente difundió su anuncio a través de Internet.Muchos de los problemas aflorados por los avances de la medicina son sólo nuevos en apariencia. En realidad son versiones actuales de otros que o bien han pasado inadvertidos o bien están resueltos. Piensese, por ejemplo, en los trasplantes de órganos o en las donaciones de sangre. La niña nacida del útero de su abuela ha recibido de ésta calor, protección y alimento, pero su carga genética es exactamente la misma que si se hubiera podido desarrollar en el seno de su madre. No se diferencia este caso de aquellos en que se trasfunde sangre de una persona a otra o se le trasplanta un órgano.

El que los nuevos conocimientos científicos se materialicen en aplicaciones benéficas o perversas es motivo de reflexión desde antiguo, mucho antes de que aparecieran las técnicas de concepción asistida. Como en los casos precedentes, prohibir a diestro, y siniestro para evitar abusos es lo más fácil, pero es también lo menos inteligente. Una concepción humana de la sociedad y del impacto del avance científico sobre ella requiere de una actitud más matizada que considere cada caso en su contexto. Una actitud alejada por igual del horror sistemático ante las innovaciones y de la beatería científica que da por bueno todo lo que se deriva del avance científico, ignorando sus potenciales usos aberrantes.

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