Útiles, pero no utilizados

Hubo unas fechas que en muchas estaciones del ferrocarril y pueblos solía haber una persona a la que, por no estar normal, le llamaban el tonto de la estación y del pueblo.Muchas veces eran motivo de diversión, utilizándolos para reírse con las tonterías que les hacían hacer y repetir.Evidentemente, se trataba de una falta de caridad, de respeto y educación por parte de las personas que los utilizaban con esa finalidad.

No siempre se daba este lamentable espectáculo. Recuerdo que hace años, cuando hacía una gestión de venta de libros en un colegio de Arriate, un pueblo próximo a Ronda, cuando presentaba el producto al director y a algunos profesores, llegó un joven, diciéndole al director: "Don Gregorio, es hora de tocar la campana". Efectivamente, la tocó a la hora prevista, con arte y profesionalidad. Se trataba del tonto del pueblo, que tenía este encargo, con lo que se sentía útil, y hay que reconocer que lo hacía con gran responsabilidad, sintiéndose una persona importante.Gracias a Dios, ya se dan pocos casos, pues hay centros donde estas personas están aprendiendo a ser útiles en la medida de sus capacidades.

Hace unos días se celebró la Fiesta de los ancianos en la residencia de las hermanitas de los pobres. Con este motivo han tenido muchos actos de cante flamenco, bailes, teatro, etcétera, y una exposición de trabajos manuales hechos por los residentes durante el año. Estuve visitándola en compañía de mi mujer, y puedo decir que había muchos trabajos bonitos y muy bien terminados.

Ni que decir tiene que es una buena manera de ser útiles. Por eso, valiéndome de esta experiencia, escribo esta carta.-