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Reportaje:

Un ancla en la montaña

La alcaldesa de Villavieja pretende eliminar el recuerdo marinero que colocó el cura delante de la iglesia

Vicente G. Olaya

¿Qué hace un ancla de 1.500 kilos en mitad de Villavieja de Lozoya, un pueblo de 180 habitantes situado a 1.100 metros de altura y en plenasierra? La alcaldesa, María Teresa Domingo Martín, independiente, responde: "Pues no sé. La trajo hace muchos años el actual cura porque decía que tenía una relación con el cristianismo, pero a mí no me gusta. Con ese ancla tan grande parecemos un pueblo marinero, en vez de un municipio serrano. No quiero que el párroco se enfade, porque nos llevamos todos muy bien, pero en la primera remodelación urbana que hagamos intentaré que el ancla desaparezca del lugar".Esta historia comenzó hace 28 años, cuando el párroco Joaquín Pery, de 58 años, hijo del capitán general retirado Joaquín María Pery, le pidió a su padre un recuerdo marinero. "Siempre he estado muy unido al mar por lazos familiares. Además de mi padre, un tío mío fue almirante. De hecho, cuando era joven comencé a estudiar para ser marino, pero al final lo dejé por la Iglesia".

El áncora, que, se sitúa a escasos metros de la parroquia de la Inmaculada Concepción, fue trasladada con un camión militar hasta el pueblo. "La trajeron unos soldados, pero el camión no podía entrar en la plaza de la Iglesia porque era muy estrecha. Tuvieron que dejarla a 20 metros. Con una yunta de bueyes la arrastramos hasta su actual emplazamiento. Destrozamos el pavimento debido a su enorme peso".

Según el párroco, el ancla pesa unos 1.500 kilos y mide dos metros y medio. "Procede de un buque de guerra del siglo XIX y estuvo durante mucho tiempo guardada en los depósitos de la Marina en Cádiz". La afición marinera de este sacerdote le ha llevado también a imprimir postales navideñas con el ancla y la iglesia de fondo. "Hace unos años coloqué algunas banderas marineras en las calles durante las fiestas", dice el sacerdote. La alcaldesa, sin embargo, no comparte estas aficiones marineras del párroco. "A mí, el ancla me parece una cosa muy fea, y por más que la miro no me gusta. Aquí sólo tenemos dos esculturas: una es un potro de piedra [aparato para herrar] y la otra el ancla. Que no, que el ancla no me convence. Es demasiado raro para un pueblo de la sierra".

El párroco le responde que en la sierra norte hay muchas cosas raras. "Mire, yo mismo soy, además de párroco de Villavieja, de una pedanía de Naverredonda (101 habitantes) llamada San Mamés. En España hay muchos pueblos que se llaman así. ¿Conoce usted a alguna persona que se llame Mamés? Pues yo no", y se despidió muy cortésmente prometiendo enviar a EL PAíS una postal navideña con el ancla y la iglesia de fondo.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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