La sangre venenosa de África
La marabunta, "la sangre venenosa de África", como alguien la ha descrito. La masa de hormigas que avanza destruyéndolo todo a su paso, popularizada por la película Cuando ruge la marabunta (The naked jungle, 1954).
"La marabunta. Sí, no es ningún mito", dice Baroni. "Yo la he visto, a distancia, en África (el género Annoma) y en Suramérica (Eciton). Son grandes, y muchas, un millón, o sea, un millón de mandíbulas que muerden -y aguijones también en el caso de las hormigas suramericanas-, y que son capaces de arrancarte hasta trozos de la suela de goma del zapato. Se mueven lentamente, como un tapete negro. Hay viejas descripciones de caballos e incluso hombres devorados. En todo caso debe tratarse de seres enfermos o llsiados".
La marabunta, prosigue el entomólogo, "la oyes llegar por el gran estrépito que la precede en la selva: delante viajan miles de animales en fuga y un ejército de aves que aprovecha para comerse a los que huyen. En algunos lugares se tiene por benéfica a la marabunta: los habitantes de aldeas las abandonan y luego a su regreso las encuentran esterilizadas, sin ni un insecto ni un parásito".
La marabunta atraviesa corrientes de agua: "Forman puentes vivientes, unas hormigas sobre las otras; las de abajo entran en una especie de catalepsia provocada por la presión de las de arriba. Tienen una reina enorme, sin alas desde que nace; pone mil huevos al día. Son hormigas nómadas, emigran, no sabemos porqué. Las de Suramérica lo hacen cada 28 días, el ciclo ovárico de la reina".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.