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La policía italiana registra las casas de Di Pietro y sus allegados en busca de pruebas acusatorias

Las tribulaciones judiciales de Antonio di Pietro, absuelto ya en cuatro causas, parecen no tener límite, como tampoco la capacidad autodestructiva de una justicia que el ex magistrado ha representado en calidad de héroe de la lucha anticorrupción y de la Operación Manos Limpias. A las 6.30 de ayer, cuando se cumplían dos años exactos del día en que colgó la toga, la policía inició una serie de registros en domicilios del ex fiscal y de al menos una docena de personas en varias provincias para buscar pruebas de que cobraba por dar un trato favorable a quienes procesaba.

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La operación de registro no era impensable, desde el momento en que el ex magistrado dimitió de ministro de Obras Públicas el pasado 14 de noviembre, después de que se difundiera la noticia de que le había sido abierta una investigación por el delito mencionado. Pero sí sorprendió, ya que el juez de instrucción de Brescia, responsable de las investigaciones, acababa de negar, por no apreciar indicios suficientes, las escuchas telefónicas de Di Pietro pedidas por los fiscales que, pese a todo, ordenaron los registros.Según se supo ayer, el pasado 20 de noviembre, Di Pietro escribió al juez para ponerse a su disposición, en vista de que había insistentes rumores de que iba a ser detenido. "Mi familia y yo hemos esperado toda la noche la llegada de la justicia con la maleta preparada", dijo en su carta.

Los agentes de la policía fiscal irrumpieron de madrugada en la casa familiar del ex ministro, situada en Curno, cerca de Bérgamo, donde requisaron su ordenador personal y documentos procesales, y en la casita de campo que tiene en su pueblo natal, Montenero de Bisaccia, en la región de Molise, donde fue también registrada la casa paterna. Otros registros afectaron a casas y oficinas del constructor Antonio D'Adamo y del abogado Giuseppe Lucibello, amigos ambos de Di Pietro.

La investigación parte de las interceptaciones telefónicas practicadas a un banquero, Francesco Paccini Battaglia, encarcelado hasta la semana pasa da, el cual dijo a un tercero que Di Pietro le había "desbancado" y que había tenido que pagar para librarse de la cárcel cuando fue detenido durante la operación Manos Limpias. Paccini declaró luego expresamente a los jueces que no había pagado a Di Pietro.

Lucibello fue el abogado defensor de Paccini hasta que, en octubre, se difundieron las interceptaciones del banquero y las consiguientes sospechas. El constructor D'Adamo ha sido señalado por los agentes del Grupo Investigador sobre Criminalidad Organizada (GICO) de Florencia, un equipo de policías fiscales nacido para investigar delitos de Mafia, como el posible receptor de un pago de Paccini a Di Pietro que habría negociado Lucibello. Se dice que el GICO ha detectado en Suiza un contrato entre Paccini y D'Adamo por cerca de 1.200 millones de pesetas sin contrapartidas claras. Parece más incierto que se haya identificado la cuenta asociada y el correspondiente pago.

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El ex magistrado manifestó a primeros del pasado mes de noviembre, cuando se filtraron los presuntos hallazgos del GICO, que estos policías fiscales están actuando contra él por venganza de los muchos colegas que fueron procesados por corrupción durante su periodo de magistrado en Milán.

Relaciones ilícitas

Pero los registros efectuados ayer buscan algo que excede del ámbito estricto de las presuntas relaciones ilícitas entre Paccini y Di Pietro, ya que afectaron también a un personaje como Maurizio Prada, ex cajero de la Democracia Cristiana en Milán, aparentemente ajeno a esta peripecia. Prada, que fue uno de los primeros detenidos por Di Pietro, perteneció como Lucibello y D'Adamo, a un estrecho círculo que rodeó al ex ministro cuando iniciaba su carrera judicial en Milán, a comienzos de los años ochenta. Otro miembro del grupo era Paolo Pilliteri, cuñado de Bettino Craxi, el ex líder socialista, quien, basándose en el conocmiento de esa fuente familiar, empezó a afirmar ya en 1992, en cuanto empezó Manos Limpias, que Di Pietro no tenía la trastienda en regla.Di Pietro no estaba ayer en su casa cuando irrumpió la policía. Se encontraba en Roma, donde la víspera se había entrevistado con el primer ministro, Romano Prodi, y había visitado la Comisión de Servicios Secretos para interesarse sobre un informe relacionado con su persona que Ferdinando March de Palmstein, el financiero amigo de Craxi, tenía cuando fue detenido en París, hace dos años.

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