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Reportaje:

Atrapado en las redes de la leyenda

Relato del joven que se coló en el estadio Bernabéu para llevarse un trozo de la malla de la portería

Jan Martínez Ahrens

, Eugenio, un universitario de 24 años cayó el pasado domingo en las redes de la leyenda. Ocurrió una noche clara, sobre las seis de la madrugada, en vísperas del partido Madrid-Valencia. Eugenio P. H. se coló en el Santiago Bernabéu y saltó con los pies desnudos al césped. Solo, en el inmenso silencio de un estadio con capacidad para 104.000 personas, el estudiante se liberó de todo miedo escénico, encendió su mechero y alumbró el destino de cientos de tiros milimétricos y remates explosivos, esto es, alumbró las redes de la portería del fondo norte del estadio madrileño.

Eugenio, que sin saberlo acaba de demostrar la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad del estadio, se acercó a la red e intentó desmontarla a mano. No pudo sacarla de los anclajes, pero con la llama del encendedor quemó lo suficiente las cuerdas de nylon como para llevarse un metro cuadrado de gloria al bolsillo. Poco duró la alegría. En el vomitorio de las gradas de socios fue detenido por los dos vigilantes del estadio, quienes poco después le pusieron en manos de la policía. La gamberrada empezaba a enredarse.

No era la primera vez que alguien se colaba en el estadio, pero en este caso, como recuerda el delegado de campo, Julio Casabella, no se trataba de un madridista extasiado por fotografiarse en el césped de sus amores. No, esta vez era un presunto culé que había causado daños al estadio. O eso al menos es lo que piensa el Real Madrid y la policía. Eugenio, en cambio, lo ve distinto. "Se me cruzaron los cables, nada más. Ni soy del Barça, ni del Madrid. Soy de Valladolid y ni siquiera me apasiona el fútbol", afirma.

El joven recuerda que aquella madrugada regresaba a casa con un amigo. Acababan de tomarse unas copas y en su paseo pasaron por la calle del Padre Damián. Allí les esperaba la puerta 51 del Santiago Bernabéu y su valla de metal.

"No iba borracho. Simplemente, me dio por entrar. Salté la verja [de dos metros y medio de altura] de la puerta, y cuando estaba arriba se me cayó un zapato, unas náuticas. Como quería ir más ligero, decidí tirar el otro zapato. Luego fue bajar y llegué directamente a las gradas. Para alcanzar la portería sólo necesité saltar la valla".

Su amigo se quedó esperándole a la puerta, con los zapatos en la mano, mientras los dos vigilantes del estadio, que habían descubierto la presencia de Eugenio desde que se introdujo, se apostaron en las gradas para cazarle. No tardaron mucho en conseguirlo. Y cuando lo hicieron, Eugenio, asustado, se tiró inmediatamente al suelo. "Los guardias del Real Madrid me trataron muy bien, incluso demasiado bien", reconoce Eugenio.

Ya en la comisaría de Chamartín el detenido manifestó que todo había sido una gamberrada. Luego quedó en libertad, aunque con un causa pendiente que puede acabar en una multa de unas 250.000 pesetas (el precio de la red).

"Yo sólo quería un cachito de red, un recuerdo que ahora prefiero olvidar. Estoy arrepentido. Hasta mi novia me ha echado la bronca. La verdad, es que no sé por qué lo hice. Pero tengo que decir que el asunto también se ha exagerado mucho", dice ahora Eugenio, quien titubea cuando se le pregunta si piensa volver alguna vez al campo.

Los responsables del estadio del Santiago Bernabéu tampoco se muestran muy interesados en echar más leña al fuego: "No vamos a controlar a todo el que compra una entrada para ver si es él. De todos modos, no es tan raro que haya gente que entre al campo, especialmente después de las grandes competiciones europeas. Pero eso sí, todos son descubiertos. Lo que ocurre es que no trasciende".

La mañana del domingo 24, la red de la portería del fondo norte fue cambiada por primera vez desde que se inició la liga. Por la tarde dos veces la hizo vibrar el Real Madrid y una el Valencia. Eugenio no vio el partido. Había dado demasiada cuerda a la leyenda.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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