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Recuerdos de guerra

Vicente González Olaya

Campo Real, un municipio cuya economía depende en gran medida de los tractores, ya tuvo aeropuerto. En la guerra civil, el Gobierno republicano ordenó la construcción de un nuevo aeródromo cercano a Madrid. En él se instalaron escuadrillas de cazas que defendieron el flanco este. Los vecinos mayores de Campo Real recuerdan que gran parte de los aviones del Ejército republicano que participaron en la batalla del Jarama partían de su pueblo. Campo Real está a 5 kilómetros de Arganda, a 10 de la N-III y en mitad de una enorme planicie. Los olivos y las fincas cerealistas ocupan la mayor parte del paisaje. Rectas carreteras que llevan a Valdilecha, Carabaña, Arganda, Perales y Pozuelo del Rey cruzan el paisaje, donde sólo sobresalen la alta iglesia y las antenas de la estación de seguimiento del Hispasat.PASA A LA PÁGINA 3

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El laberinto subterráneo

VIENE DE LA PÁGINA 1Nicolás Guerra, octogenario, acababa de cumplir los 20 años cuando la guerra llegó a Campo Real. Ayer reconstruyó en su memoria, acompañado de otros jubilados, el aeropuerto que existió en su municipio. "Tenía dos pistas muy largas. De kilómetros. No había apenas construcciones en torno suyo. Sólo unas casetas donde vivían los soldados que lo custodiaban. En cambio, todo el subsuelo estaba lleno de búnkers, de pasadizos, de galerías, de grandes salas. Era un laberinto. Allí estaban la mayoría de los soldados y de los pilotos. Eran galerías muy largas, en forma de zigzag. Las atravesaba una larga cuerda, por si caía una bomba y la luz se iba. Así los pilotos, si se quedaban a oscuras, tantearían la soga y saldrían al exterior. Todo eso aún sigue ahí abajo", señalaba ayer frente a unos campos labrados a las afueras del pueblo.

Guerra recuerda que los pilotos de este aeródromo vivían en el municipio. "El Gobierno rojo expropió la mejor casa para cobijar a los pilotos. La mayoría eran rusos y no había manera de entenderse con ellos. Mi familia vivía en la casa adyacente a la de los rusos y, aunque parecían buena gente, nunca hicimos demasiada amistad con ellos.

Otro jubilado, tras oír los relatos de Guerra, rememoró sus vivencias: "Me acuerdo que estaba con mi padre arando en el campo cuando aparecieron los Junkers alemanes. Salió un rata [avión ruso] a intentar derribarlo, pero el alemán le tiró una bomba en toda la cabina cuando estaba a pocos metros de altura. Sobre mi padre y yo cayeron grandes trozos de hierro. ¡Hasta los correajes del piloto, que todavía guardo!".

La torre de la iglesia

Según los ancianos de Campo Real, el desaparecido aeródromo llegó a albergar hasta "treinta o cuarenta aviones" en plena guerra. "La mayoría eran ratas y moscas [cazas soviéticos], por lo menos así los llamábamos. Los jóvenes del pueblo, cuando oíamos ruido de motores por la parte de Madrid, subíamos a la torre de la iglesia y mirábamos por dónde venían los aviones nacionales a bombardearnos. Nos escondíamos en un momento y avisábamos a los rojos", afirma Guerra.

Al acabar la guerra civil, el Gobierno del general Franco cerró el aeropuerto. "Devolvieron las tierras a su dueño, que las volvió a arar. Poco a poco, las pistas y las construcciones fueron desapareciendo para hacer casas en el pueblo y paredes divisorias entre las fincas", añade Nicolás Guerra.

El alcalde, Mariano Alonso, independiente, afirmó el jueves que su pueblo mantiene las características necesarias para albergar el nuevo aeropuerto de Madrid. "Si ya pusieron uno en la guerra, es que el lugar tiene las condiciones. Y no creo que hayan cambiado mucho", aseguró.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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