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Siesta, fútbol y paseo para las tardes del viernes argelino

Juan Carlos Sanz

Formados en orden marcial, centenares de hombres jóvenes se agolpaban al mediodía de ayer alrededor de la mezquita de Rama, una antigua iglesia católica del acomodado barrio argelino de Telemly convertida en templo del islam. Una voz dio por terminada la oración y se produjo la desbandada por las calles que descienden hacia la bahía de la capital argelina. El islam, ratificado como religión oficial del Estado en la nueva Constitución, rige la vida de muchos argelinos.Con paso apresurado, Hayet Benali, subía dentro de su túnica la cuesta que conduce hacia el Bazar. Hayet, de 20 años, estudia español. "Me encantaría ir a vivir con mi hermano a Barcelona", explica, "pero no pienso renunciar al hiyab (pañuelo con el que cubre su cabeza), mi religión es mi vida". Votó en el re feréndum -"es mi derecho como argelina"-, aunque se niega a desvelar el sentido de su sufragio, y dice que cree en la igualdad entre hombres y mujeres. Tras su estela, un hombre que cubría sus vaqueros con una chilaba blanca de plegaria proclamaba sin vacilar: 'Voté al FIS en el 91 y ahora me he sumado al boicoteo, esto no es una democracia".

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Las tardes de los viernes -siesta, fútbol y paseo- suelen ser tan aburridas en Argelia como las de los domingos en Europa. Pero las calles de la capital se mostraban ayer mucho más bulliciosas que el jueves en plena jornada de votaciones. Un barbudo se negaba a hacer declaraciones a la prensa, pero una mujer de 28 años -"nunca he encontrado trabajo, aunque poseo un diploma de secretariado", explicó en impecable francés- no dudaba en afirmar que no votó. "Nadie se ha molestado en decirme en qué consiste la nueva Constitución, no me interesa esta democracia que no se preocupa por el paro...". El policía de paisano que controlaba los movimientos de los periodistas decidió, con un "¡basta ya!", que era hora de regresar al hotel y enclaustrar a los observadores molestos.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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