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"El asesinato de Colosio fue un golpe en contra mía", afirma el ex presidente de México Carlos Salinas

El asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México, fue un golpe planeado para desmantelar la estrategia de aperturismo político que se abría paso en el país. Esta es la gran certeza que el ex presidente Carlos Salinas de Gortari tiene sobre la muerte de su virtual sucesor, ocurrida en marzo de 1994. En un documento entregado al fiscal mexicano que lo interrogó el jueves en Irlanda, donde reside, Salinas expresa su frustración por no tener información sobre el autor intelectual del crimen que conmovió a México.Salinas leyó el documento, de nueve páginas, antes de someterse a un interrogatorio de 12 horas en la residencia del embajador de México en Dublín. Era una forma de hacer público su análisis respecto al crimen, ya que las respuestas dadas a las 300 preguntas que le fueron formuladas quedan bajo secreto sumarial.

El escrito puntualiza varios aspectos del contexto político previo al asesinato, ocurrido al final de un mitin en la norteña ciudad de Tijuana. En él, Salinas rechaza las imputaciones que se han vertido en su contra en los dos últimos años y que pretenden responsabilizarlo del asesinato de su delfín. Según esta hipótesis, el entonces presidente habría decidido acabar con Colosio después de que éste se distanciara de la línea presidencial para presentar un programa propio.

Esta interpretación, que hasta ahora no se ha sustentado, ha calado sin embargo en la opinión pública mexicana. Los escándalos en los que se ha visto envuelta la familia Salinas, la crisis económica que estalló a finales de 1994 y las oscuras actuaciones de la fiscalía mexicana han propiciado un clima de linchamiento contra el ex mandatario y han dejado en el olvido otra línea de investigación apuntada al principio: que el crimen hubiera sido obra de los sectores más reaccionarios del PRI, golpeados por las veleidades modernizadoras de Salinas y su equipo.

En su texto, el ex presidente rescata esta hipótesis. "El asesinato de Colosio", dice, "fue un golpe tremendo en contra mía y de mi Gobierno". En lo personal, le privó de su "gran amigo y más cercano colaborador". En lo político, añade, "su desaparición vino a truncar la posibilidad de consolidar la estrategia de cambio que él y otros más habían venido promoviendo desde mi Administración".

Salinas asegura que nunca hubo ruptura entre él y su sucesor. En todo momento compartieron estrategias y la comunicación fue fluida. Colosio, recuerda, fue un candidato "cuidadosamente construido". "Lo menciono únicamente por lo absurdo que resulta pensar que después de haberse perfilado así su candidatura y ya en plena campaña, yo hubiera siquiera pensado retirarle mi apoyo", afirma Salinas.

El ex mandatario sí reconoce que hubo momentos de tensión, derivados del clima de desestabilización que azotaba a México a principios de 1994: el alzamiento del Ejército Zapatista en el Esta do de Chiapas, los secuestros de importantes empresarios y las constantes actos de sabotaje hacían peligrar tanto la celebración de las elecciones como la estabilidad económica y financiera. Reconoce también que se equivocó al nombrar a Manuel Camacho comisionado para la paz en Chiapas, ya que desde su puesto intentó competir con Colosio para promover su propia candidatura a la presidencia de la República.

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Lucha por el poder

Ante el fiscal, Salinas pudo explayarse. Se sabe que a lo largo del interrogatorio, interrumpido sólo para comer algunos bocadillos, Raúl González, responsable de las investigaciones, se interesó por "la tremenda lucha por el poder" que se desató tras la muerte de Colosio y por las actuaciones de Luis Echeverría, presidente de México entre 1970 y 1976 y uno de los representantes de la línea dura del priísmo. Según ha declarado Salinas en ocasiones anteriores, Echeverría siempre torpedeó su política de liberalismo social y trató de imponerle a un candidato con el cadáver de Colosio aún caliente.

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