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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Francia, rehén

LOS MALES franceses comienzan a afectar a toda Europa. La huelga de los camioneros no sólo ha hecho de Francia un país rehén de estas reivindicaciones, sino que, tras una semana de protestas y cortes de carreteras, está paralizando los transportes por tierra de otros países como España, Reino Unido o Alemania. En esta situación queda patente la dejación de autoridad por parte del Gobierno que dirige el crecientemente impopular Alain Juppé, en flagrante violación de la libre circulación de mercancías en el mercado único europeo.Los camioneros, con 200.000 asalariados, piden la jubilación a los 55 años, además de subidas salariales, que se cuenten como horas trabajadas las numerosas horas muertas propias de este oficio y otras mejoras. Salvo lo referente a la jubilación, la patronal rechaza nuevas concesiones amparándose en que las últimas subidas del, precio del gasóleo no se lo permiten. Pero los camioneros son un poderoso grupo de presión en ese país en que casi un 70% de las mercancías van por carretera. Los huelguistas han bloqueado el paso en numerosas rutas y centros de distribución, en particular de carburantes, lo que podría crear problemas serios a partir de hoy. Las pérdidas ocasionadas por esta huelga a los transportistas de otros países de la Unión Europea empiezan a ser cuantiosas.

La disputa enfrenta a patronos y empleados del sector, pero afecta también al Gobierno, que ha nombrado a un mediador sin resultados de momento, a juzgar por las infructuosas últimas 14 horas de negociación, mientras las barricadas en las carreteras y otros puntos de la red francesa crecen en número y se acercan al centenar. El Gobierno teme que con esta huelga, con la que simpatizan una mayoría de los franceses, se extienda y se repita un otoño caliente como el de 1995. Las amenazas de los empleados de los ferrocarriles y de Air France podrían ir en este sentido.

En tales circunstancias, el silencio total al respecto del presidente empieza a resultar escandaloso. Jacques Chirac, que también está en pérdida de popularidad, parece seguir una muy gaulliana estrategia mediática de distanciamiento aparente del día a día. Probablemente espera un momento oportuno para dar su opinión. Pero, dada la acumulación de malestar que se está registrando, el conflicto puede extenderse antes de que llegue ese momento.

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