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Si alguien embiste...

Así que más se perdió en la guerra de Cuba y volvieron cantando. Un vistazo a los periódicos del día permite recoger algunas florecillas de san Francisco para aplacar al hermano lobo Jorge Mas Canosa. Véase por ejemplo cómo el cardenal de La Habana, Jaime Ortega, se convierte en colaborador del diario Gramma para relatar la visita del comandante Castro al papa Juan Pablo II. En su artículo, monseñor exhorta "á los líderes de aquellas naciones cuyos intereses históricos, económicos o humanitarios las vinculan a Cuba a buscar en el diálogo la solución de los conflictos existentes". Salta a la vista que el obispo propone el diálogo como método para solucionar los conflictos. Pero, al hacerlo, se abstiene de dar nombres por mucho que las alusiones sean transparentes.Ese proceder episcopal es todo un rasgo definitorio de "inteligencia emocional". Una facultad descrita con esmero en La Vanguardia del domingo por el profesor, de Harvard y editor de Psicology Today, Daniel Goleman. Su artículo reconoce que faltan todavía las pruebas para medir ese índice como se hace con el IPC, pero ya aceptamos que la inteligencia emocional es "la capacidad de saber lo que uno mismo y los que le rodean están sintiendo y manejar estos sentimientos con acierto". Los amantes de la bibliografía repasen entre tanto a Xavier Zubiri en Inteligencia sintiente y confirmarán que el progreso se obtiene diciendo todas las cosas que deben decirse, pero haciéndolo de la manera en que mejor puedan ser aceptadas por el interlocutor al que se destinan.

Y, continuando con la prensa del día, se llega a la columna de Emilio Lamo de Espinosa, conspicuo participante en el II Foro de Amistad Hispano-Norteamericana, titulada Recordar el 'Maine', donde se refiere al penúltimo lugar que ocupan los norteamericanos en la lista de las simpatías internacionales de los españoles, según la encuesta del CIS corre pondiente a junio pasado. Señala, como explicación, Lamo de Espinosa que la guerra hispano-norteamericana de 1898 es la última que España ha tenido con otro país y que puede que permanezca en algún lugar de la memoria colectiva (del que ha venido a removerla Mas Canosa) y que la política de la actual Administración estadounidense con Cuba no ayuda gran cosa. Luego, se recogen las alusiones de Castro a los vuelos de Aznar, a los aviones de Mas Canosa y a los flujos de dinero aportados por el susodicho a la campaña electoral del PP. Se esperan aclaraciones convincentes, sin que se dude de la legitimidad de las ayudas si las hubo.

Conozco al señor Mas Canosa y estimo que es muy libre de dirigir cuantas fundaciones se le ofrezcan. En cuanto a si la Cubano-Americana es "la mayor, la más influyente y representativa de las organizaciones que forman la oposición democrática al Gobierno comunista de Cuba" ignoro cuál ha sido el dinamómetro para establecerlo. En todo caso, deseo que cuanto antes unas elecciones genera les libres permitan que todos sean pasados por las urnas, de modo que cada uno de los comparecientes quede donde el pueblo cubano determine. Respecto a los afanes "recolonizadores" que me atribuye mi contradictor, sépase que, por el momento, carezco de propiedades en USA y en Cuba, ni siquiera del tamaño de la compañía Sintel que Mas Canosa adquirió ventajosamente en España. Eso sí, desde el momento en que Mas Canosa se subió al escenario español debería haber aceptado que el público y la crítica pueden opinar de su actuación, con la que discrepan, incluso las juventudes del PP.

Otro día volveré sobre las amenazas de Mas Canosa a las empresas españolas que han invertido en Cuba y sobre las extemporáneas solicitudes económicas que les ha formulado. Pero ahora debo concluir diciendo que acabo de hablar con el ministro de Exteriores, Abel Matutes, quien me desmiente que Jamás haya dicho, como Mas Canosa le atribuye en el texto publicado ayer en este diario, que yo no lea ni tampoco que me haya recomendado aprender antes de embestir. Aquí, Miguel Ángel, si alguien embiste será el señor Mas Canosa, ha sostenido un alto diplomático español en Bruselas, cerrando con autoridad esta cuestión de cuernos siempre tan nuestra.

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