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Los antifascistas y 'las barricadas'

Javier Casqueiro

Cuando empezó a sonar A las barricadas, ya en la plaza de Tirso de Molina, después de una hora de marcha, los casi 5.000 antifascistas congregados se distribuyeron por los bares de esa zona madrileña y por El Rastro o se sentaron en corrillos a beber litronas y calimochos. A las 13.20 horas, sobre los primeros compases del himno anarquista, debía comenzar a leerse el comunicado conjunto de las 22 organizaciones convocantes -una de ellas Asterix- condenando el capitalismo salvaje, los planes de convergencia, Maastricht y la gran y blanca Europa unida". El escrito se emitió por megafonía, pero no fue escuchado por nadie. La gente no estaba para discursos. Se quemaron unas banderas españolas constitucionales y los pirómanos fueron coreados. Se tiraron unos petardos y su ruido encontró un eco general.La manifestación antifascista transcurrió casi sin incidentes y sobre el mismo recorrido, real e ideológico, que la simbólica marcha de 1995, cuando se cumplían 20 años de la muerte de Franco. En esta ocasión, sin embargo, no hubo ninguna referencia al cambio de Gobierno estatal, ni al nuevo Ejecutivo del PP ni a José María Aznar. Tampoco hacia el PSOE o Felipe González. Nada sobre el posible indulto de Tejero o la reciente paliza a un guineano. Sólo se escuchó un esporádico "Ita, ita, ita, aquí no veo a Anguita". Las consignas, las banderas y los uniformes mayoritariamente negros de los "incontrolados", como ellos se definen, fueron muy similares a los de otros años. Los manifestantes partieron de Atocha. En la primera pancarta se leía: "1936-1996. 60 años de lucha. Acabar con el capitalismo para acabar con el fascismo". En otra se recordaba a "Richard", Ricardo Rodríguez, el joven asesinado por un ultra en un polígono de copas de Alcorcón. Una aludía a Franco: "Jódete, feo".

Luego, durante el paseo, se coreó contra la policía y su helicóptero, contra Ynestrillas, la televisión, el IVA, las banderas, los ricos, los machistas, la Iglesia y el Parlamento. Los manifestantes volvieron a detenerse ante el portal 55 de la calle de Atocha, donde fueron asesinados cinco abogados laboralistas en 1977 y sujetaron con un clavo un ramo de claveles rojos.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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