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El Parlamento bielorruso bloquea el plan de Moscú para solucionar la crisis

RODRIGO FERNÁNDEZ ENVIADO ESPECIAL La misión del primer ministro ruso, Víktor Chernomirdin, terminó en Minsk la madrugada de ayer cuando los presidentes de la República y del Parlamento de Bielorrusia firmaron un acuerdo que, de ser cumplido, pondría fin a la grave crisis política que vive el país Pero los diputados de la oposición se negaron a ratificarlo. El presidente Alexandr Lukasheriko había amenazado al Parlamento con "volver a la situación anterior" si la Cámara bloqueaba el pacto apadrinado por Moscú. Las espadas siguen en alto.

El documento firmado ante Chernomirdin significaba un triunfo del presidente Alexandr Lukashenko, ya que, a largo plazo, veía respaldado su proyecto de Constitución. El acuerdo, suscrito tras 11 horas de debates, preveía la derogación de los decretos de Lukashenko que daban carácter obligatorio al referéndum sobre reforma constitucional que se celebra mañana. Esa derogación constituía la única concesión hecha por el líder bielorruso.A cambio de esa esperanza en el gesto de Lukashenko, el jefe del Parlamento debería "garantizar" la retirada del recurso planteado por un grupo de diputados ante el Tribunal Constitucional por la presunta violación de la Constitución por parte de presidente y comenzara el proceso para su destitución. Es decir, que el Constitucional debería haber dado ayer por cerrado el caso contra Lukashenko. Ninguno de estos puntos ha sido cumplido y el alto tribunal se ha limitado a aplazar el examen del recurso presentado por los parlamentarios de la oposición.

El referéndum se celebrará, como estaba previsto, mañana. También se había acordado la formación de una Asamblea Constituyente compuesta por 50 miembros nombrados por el Parlamento y 50 por el presidente, con lo que Lukashenko se asegura en ella la mayoría, al haber entre aquellos 50 algunos que le son fieles. Esta Asamblea, que debería formarse en los 20 días posteriores al plebiscito, debe votar el proyecto de Constitución que obtenga más votos en el referéndum.

Nadie duda de que el proyecto de Lukashenko ganará mañana y que el presidente logrará todos sus objetivos, aunque más despacio de lo que pensaba. Además, ahora cuenta con el aval de Moscú.

La situación del Parlamento era ayer sumamente delicada: si ratificaba el acuerdo, firmaba su propia acta de defunción; si no lo hacía, quedaba como el responsable de la prolongación de la crisis política, que en cualquier momento podía desembocar en un abierto enfrentamiento con derramamiento de sangre.

Los diputados de la oposición -algunos de los cuales calificaron el acuerdo de "traición y crimen" en la tormentosa sesión de ayer, a la que asistió Lukashenko- consiguieron que no llegara a la mitad de los 199 diputados el número de síes a Lukashenko. El presidente exigía que el pacto fuera aprobado por los dos tercios de la cámara.

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Quizá sin quererlo, el Kremlin ha hecho un gran favor a Lukashenko con su mediación. Ante el incumplimiento del acuerdo, el presidente puede tomar medidas drásticas. Tras la votación parlamentaria, Lukashenko abandonó la Cámara y manifestó que consultaría con los mediadores moscovitas y con su propio Gobierno los próximos pasos a dar. A última hora de la noche, madrugada en Minsk, la agencia Interfax hizo público que Lukashenko mantiene el carácter obligatorio del referéndum del domingo.

Por otro lado, fuentes gubernamentales de Minsk anunciaron que los últimos misiles estratégicos nucleares saldrán de Bielorrusia, previsiblemnte el próxmo martes. Piotir Krávcheriko, jefe del comité de Exteriores del Parlamento, aseguró que puede dar garantías de que para fin de año no quedará ningún cohete nuclear en Bielorrusia.

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