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Un testigo clave de las matanzas de Srebrenica comparece hoy en La Haya

Tras varios retrasos atribuidos al fuerte shock traumático que ha sufrido por su participación en matanza de miles de civiles musulmanes, Drazen Erdemovic, un croata de tan sólo 24 años, comparece hoy a declarar ante el tribunal penal creado por las Naciones Unidas para juzgar los desmanes que se cometieron en la guerra de la ex Yugoslavia. Erdemovic tomó parte en las filas del Ejército serbio de Bosnia y participó activamente en las matanzas de musulmanes que siguieron a la caída del enclave de Srebrenica.

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Su testimonio puede ayudar a acallar las duras críticas sobre la efectividad del tribunal y a incriminar definitivamente al general Ratko Mladic, entonces comandante en jefe del Ejército serbobosnio y responsable último de lo ocurrido en el enclave musulmán. A falta de las últimas alegaciones, que tendrán lugar a finales de este mes, y después de más de 70 testigos de la acusación y una treintena llamados por la defensa, los magistrados de La Haya tienen ya suficientes argumentos para pronunciarse.Durante los meses que ha durado el juicio, que comenzó el 7 de mayo, se han puesto de relieve las grandes dificultades a las que tendrá que hacer frente el tribunal. Las heridas aún abiertas por la cercanía del conflicto han dificultado y van a continuar impidiendo la llegada de los testigos a La Haya. De hecho, Dusan Tadic -el único que ha sido hasta ahora juzgado- tiene en su haber, además de ser el primer juzgado, otra primicia: la de ser el primer acusado que oye testimonios vía satélite. Aunque de acuerdo con los principios del tribunal los testigos tienen que personarse, los magistrados accedieron "en interés de la justicia", aunque reconocieron que las 10 declaraciones así escuchadas no tendrán el mismo peso que los relatos en vivo en La Haya. La originalidad le costó al tribunal cerca de 120.000 dólares (unos 15 millones de pesetas).

A las dificultades para encontrar testigos hay que añadir las existentes para sentar a los acusados en el banquillo. De hecho, de los 74 contra los que pesan cargos concretos -entre ellos Mladic y Radovan Karadizc-, según el tribunal, aparte de Tadic y Erdemovic, tan sólo otros cinco (tres musulmanes y dos croatas) se encuentran bajo custodia del tribunal de La Haya.> Tihomir Blaskic, 36 años, croata. Con rango de general y considerado todo un héroe por Zagreb, es el único que se entregó de forma voluntaria al tribunal, aunque se declare inocente de todos los cargos. Está acusado, junto a otros cinco croatas, de la sangrienta matanza de civiles musulmanes en la ciudad de Ahmici, en el centro de Bosnia, en abril de 1993. Según el procurador, las milicias croatas bajo su mando degollaron en tan sólo una noche a un centenar de mujeres, ancianos y niños que luego fueron achicharrados en sus propias casas. Su juicio comienza a principios de enero.

Zejnil Delalic, 48 años, musulmán. Detenido en Múnich. Coordinaba las actividades de las fuerzas croatas y musulmanas de Bosnia en la zona de Konjic entre abril y septiembre de 1992. Por su posición jerárquica, se le considera responsable último de todo lo ocurrido en el campo de Celebici, en el centro de Bosnia. En concreto, 14 muertes, graves mutilaciones, siete torturas, entre ellas dos violaciones, y de otras atrocidades cometidas por sus subordinados, como los casos en que se obligó a varios hombres, entre ellos padre e hijo, a realizar actos sexuales.

Zdravko Mucic, alias Pavo, 42 anos, croata. Detenido en Viena. Fue jefe del mismo campo desde mayo a noviembre de 1992. Comparte responsabilidades por su posicion jerarquica con Delalic.

Hazim Delic, 32 años, musulmán. Detenido en Sarajevo. Segundo del campo de Celebici, comparte las responsabilidades generales, pero además se le acusa de haber golpeado implacablemente hasta la muerte a varios ancianos serbios, de dos violaciones, y se cree también que torturó a numerosos prisioneros utilizando pinzas de metal ardiendo y descargas eléctricas.

Esad Landzo, 23 años, musulmán. Detenido en Sarajevo. Trabajó como guardián en el campo entre mayo y diciembre y comparte delitos con Delic.Mientras está a la espera del veredicto que puede significarle la cadena perpetua en el peor de los casos, Tadic ocupa la mayor parte de sus largos días de detención leyendo, practicando el yoga y dibujando. Aparte de las visitas, Tadic, al igual que el resto de los detenidos en las celdas de máxima seguridad que Naciones Unidas hicieron construir en La Haya, puede telefonear a su familia una vez por semana por un máximo de 10 minutos. Recibe dos o tres periódicos en su lengua materna y el correo es abierto, traducido y controlado por el tribunal.

El pronunciamiento sobre su caso no se espera hasta la próxima primavera.

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