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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La nueva educación

NADA MÁS ganar las elecciones, Bill Clinton ha declarado que la prioridad durante su segundo y último mandato será la educación. No puede extrañar a nadie, puesto que los aspectos educativos se han convertido en uno de los principales problemas de Estados Unidos si quiere conservar su posición de liderazgo en los primeros años del próximo milenio.Coincide la preocupación de Clinton con el debate que se ha abierto en el seno de la Unesco en los últimos tiempos sobre los contenidos de una educación eficaz y universal que constituya una garantía para el progreso, en un mundo que ha cambiado de faz y en el que han devenido en norma universalmente aceptada los criterios democráticos. Este debate, liderado por Jacques Delors, anterior presidente de la Comisión Europea y hoy director de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, se ha sustentado en el libro La educación, el tesoro interior, alrededor del cual giran muchas de las propuestas más imaginativas. Ante los problemas cada día más complejos de un planeta caracterizado por una creciente globalización económica, con los grados de incertidumbre que este asunto impone a los ciudadanos, la educación parece la única fórmula posible de acercarse a ellos. .

Se trata de una educación que debe extenderse a toda la vida del ciudadano y no quedarse anclada en los momentos tradicionales del colegio, la universidad o la formación profesional inicial. El progreso técnico libera tiempo y es preciso utilizarlo adecuadamente para sobrevivir a las nuevas necesidades. Además, la rapidez con la que están cambiando las cosas en la sociedad de la información implica para todo ciudadano una reeducación permanente, so pena de engrosar de otro modo las capas marginales de nuestras sociedades.

Conecta esta preocupación, nada etérea, sino pegada a los acontecimientos de cada día, con fenómenos como los de la crisis del Estado de bienestar y el aumento permanente del desempleo en los países desarrollados. Es cierto que un ciudadano bien preparado no está vacunado contra los vaivenes del mercado laboral y puede perder su puesto de trabajo. Pero no lo es menos que su capacidad de reacción ante esa coyuntura es siempre mayor que la de aquel alejado de los conocimientos precisos. En estos momentos que tantas dificultades hay para la financiación del Estado de bienestar, no debería olvidarse que la educación sigue siendo una prioridad para que un Estado pueda definirse como, tal, y la base más adecuada para una igualdad de oportunidades.

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El debate sobre la educación en el mundo coincide con algunos de los cambios que en materia educativa se están produciendo en nuestro país y con una viva polémica sobre el papel que la historia debe tener en ella. El Gobierno, cualquier gobierno, debe abordar las más ambiciosas reformas de los sistemas educativos para adaptarlos a los cambios tecnológicos y a la revolución del conocimiento que cotidianamente se está produciendo. Anclándose en la época actual, pero también potenciando la enseñanza de la historia como forma de no perder la memoria y como instrumento de sabiduría.

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