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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Horizontes lejanos

CONVERGÉNCIA DEMOCRÁTICA de Catalunya, el partido que garantiza la mayoría de Gobierno de José María Aznar, clausuró ayer su décimo congreso sin entrar a discutir los resultados cosechados en los seis meses de apoyo al Partido Popular. Y no ha sido precisamente porque el PP no haya proporcionado motivos suficientes a la militancia nacionalista para que se interrogue sobre un pacto del que muy fácilmente pueden salir con la imagen de socios trasquilados. Las severas advertencias de Pujol por la actitud del PP en la negociación de los Presupuestos y por los modos escasamente civilizados del portavoz del Gobierno han quedado en las puertas del congreso, que ha preferido dirigir la mirada hacia la lejanía de las perspectivas estratégicas con olvido casi absoluto, del debate sobre el presente.El congreso se ha dedicado a hacer lo contrario de lo que practican todos los partidos. La ideología y el programa a largo plazo han sido los ejes centrales de la con frontación. El resultado ha sido satisfactorio para sus dirigentes y sobre todo para Pujol. El partido permanece sólidamente agrupado alrededor de su líder, cuyas vacilaciones y errores tácticos en sus relaciones con Aznar nadie cuestiona. La renovación de los cuadros dirigentes sigue su marcha, superada ya la ausencia de Miguel Roca como secretario y número dos. Saben, además, qué es lo que quieren para los próximos diez años: un pacto de Estado que permita el reconocimiento de Cataluña como nación dentro de una España plurinacional, con su correspondiente traducción financiera en forma de un pacto fiscal, que, con una u otra fórmula produzca efectos similares a los del concierto vasco. Los sectores más radicales que exigían la inclusión de la independencia como objetivo no superaron el debate en ponencia, y los que deseaban una reforma de la Constitución y del Estatuto que elevara los techos del autogobierno han visto engullida su pretensión en una fórmula de compromiso que prevé la eventualidad de tales reformas para el caso en que lo, hag1 necesario, el pacto de Estado. Es toda una tradición de los congresos de CDC la inclusión de objetivos que desbordan los limitados horizontes de la política real.En el anterior se reivindicó la recaudación del 100% del IRPF, justo cuando se acababa de pactar la recaudación del 15%. Y en el octavo, Pujol aseguró que "tal como van las cosas este Estatuto no será la solución".

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La realidad del congreso es la confirmación una vez más de la única línea política realmente existente en CDC, y ésta es la del pragmatismo pujolista, que considera suficiente el actual marco constitucional y cuenta con un programa de profundización autonómica prácticamente inagotable sin necesidad de reformas constitucionales. Ciertamente, la evolución del pujolismo es toda un a curiosidad histórica, pues cuanto más se confirma la habilidad y el pragmatismo de su líder y, en consecuencia, la eficacia de su política gradualista, más disonancia hay con sus discursos, y con los sectores de sus bases que se los toman al pie de la letra. Y en el punto al que ha llegado Pujoll- pudiera parecer que sólo le queda un pequeño paso para igualarse a otros partidos que incluyen la independencia entre sus pretensiones. De ahí el recurso a válvulas de escape como la idea de un comité olímpico o de selecciones deportivas catalanas. Y de ahí también las escasas luces de quienes echan vitriolo sobre estas Hagas, producidas más por debilidades de la opinión nacionalista que por necesidades, reales del deporte catalán.

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Los convergentes deseaban olvidar al PP durante la ceremonia congresual, pero el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, se ha encargado de evitarlo. CDC, a fin de cuentas, ha dedicado su congreso por primera vez a sí misma como partido político con pretensiones de duración más allá de su líder. Esto explica la preocupación por el largo plazo en busca de objetivos más permanentes que la mera gestión cotidiana o que los percances con Unió Democrática de Catalunya, el partido con el que forman coalición y gobiernan Cataluña desde hace 16 años. Los convergentes han empezado así a tantear los carminos del pospujolismo. Pero una vez fijados los hitos estratégicos, poco han dicho sobre cómo alcanzarlos. Y menos todavía si serán compatibles con las alianzas en las que CDC se halla tan atrapada respecto al PP como el PP respecto a los convergentes. Tampoco sabemos si objetivos como el pacto de Esptado propuesto quedarán arrumbados o aguados como ha sucedido con resoluciones de tantos y tantos congresos de éste y de otros partidos. Lo único que se puede saber es que Pujol ha salido reforzado del envite difícil que siempre es un congreso y que contará con las manos libres para seguir por el momento apoyando al PP en Madrid y gobernando en Cataluña cada vez más gracias también al auxilio de los populares.

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