"Racionalizar la Universidad no implica selectividad"
Jacques Delors (París, 1925) dirige la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, creada por la Unesco. La comisión ha publicado un informe, La educación encierra un tesoro, en el que propone una ambiciosa reforma de los sistemas educativos para adaptarlos a la era de la sociedad mundial y de los cambios tecnológicos. Pregunta. El informe recalca la importancia de la enseñanza de la historia como instrumento para la paz. Sin embargo, cada país suele aprender su historia en oposición a la del vecino. Las guerras napoleónicas, por ejemplo, se enseñan de modo muy distinto en España o Francia.
Respuesta. No queremos reescribir la historia. Cada país tiene sus tragedias, sus victorias, sus derrotas. Se trata de rehabilitar la historia como instrumento de conocimiento, en un momento en que la hegemonía de los medios de comunicación nos empuja a vivir al dia, a perder la memoria y, con ella, el futuro. La historia es un elemento esencial de la cultura y puede incluso informar el juicio moral. Pero la cuestión va más lejos y está relacionada con el mandato que recibimos del director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza. No se trataba de hacer una nueva obra sobre la educación, sino de anclarnos en la época actual. El director de la Unesco ha hecho de la batalla por la paz una de sus grandes prioridades. Por eso de entre los pilares de la educación nos fijamos especialmente en el de "aprender a convivir". La historia puede permitir a los pueblos comprenderse mejor unos a otros y, quizá, extraer enseñanzas del pasado.
P. En el intento de mejorar la educación, ¿no se tiende a sobrecargar al niño?
R. Cada vez que un reformador trabaja sobre el sistema educativo, acaba incluyendo una nueva asignatura. Y nosotros, la comisión, no escapamos a ese riesgo, ya que insistimos en que la educación primaria debe hacer que el niño aprenda a conocerse a sí mismo para poder velar por su salud, y a adquirir una cierta sensibilidad para preservar el capital legado por nuestros antepasados. Pero, con todo, creemos que una mente bien hecha es mejor que una mente muy llena. En consecuencia, en el informe invitamos a concentrar el primer esfuerzo en las disciplinas de base, la lectura, la escritura, el cálculo, la aprehensión de lo real, el conocimiento de si mismo. Todo esto puede hacerse hoy día con métodos que evitan al niño la acumulación de conocimientos y- el exceso de memorización, para dejarle tiempo a la relación con los demás y a la reflexión. Una de las grandes dificultades radica en abarcar los cuatro pilares de la educación -aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir- sin forzar a los niños a un conocimiento enciclopédico.
P. Una de las innovaciones que propone el informe es el concepto de "educación a lo largo de la vida".
R. En los años 60 fui uno de los impulsores de la formación de los adultos, basándome sobre todo en hechos económicos: la evolución técnica se acelera, ciertos oficios desaparecen, otros se crean. Hace falta reciclarse de vez en cuando. Ahora entramos en una nueva etapa. Ya no se trata simplemente de la formación profesional, sino de la educación a lo largo de toda la Vida. Por dos razones. Primero, porque el progreso técnico libera tiempo y hay que utilizarlo, y segundo, porque dada la rapidez con que cambia el mundo, hay que reeducarse de vez en cuando para adaptarse a él. La comisión se plantea la enseñanza secundaria como un recorrido de vías múltiples que permite a cada uno decidirse, o cambiar de vía, o salir incluso del sistema escolar para volver tras una experiencia profesional. Y entonces llegamos a la universidad, a la que asignamos la misión de ser abierta. Todos aquellos que quieran, por razones profesionales, culturales o personales, volver o ingresar en ella por primera vez, deben poder hacerlo.
P. Pero eso tenderá a agravar los problemas de masificación y escasez presupuestaria que padece la enseñanza superior.
R. Esos problemas existen. La masificación de la universidad se ha visto acompañada por un número creciente de fracasos y de diplomas sin salida profesional. Guardando su función clásica de cultura e investigación, invitamos a la universidad a buscar carreras que se ajusten a las necesidades profesionales, pero también a abrir sus puertas a cualquiera, sea cual sea su edad. La educación secundaria multivías sería una forma de aliviar la universidad. Para que nuestro enfoque no sea acusado, erróneamente, de elitismo o selectivismo, he propuesto la idea del cheque-educación para que todos los que quieran dejar la escuela a los 16 o 18 años puedan hacerlo con un depósito de dinero aportado por el Estado que les permita volver más tarde. Para nosotros, racionalizar la universidad no implica selectividad alguna.
P. ¿Cómo funcionaría el cheque-educación?
R. Para luchar contra las desigualdades, entre las que el entorno familiar no es la menor, y para sobrepasar el debate clásico entre lo innato y lo adquirido, cuando un joven dejara la escuela podría recibir en un banco especializado un crédito del Estado en dinero y tiempo que le permitiera, un día, hacer estudios adicionales, con 30, 40 o 50 años. Creo que es uno de los medios de corregir lo que la masificación no ha podido resolver, esto es, la desigualdad de oportunidades, la influencia del medio en que se nace. Es una fórmula audaz que no debe asustar a los ministros de Finanzas, dado que, en realidad, si se controla el fenómeno de masificación se evitarán gastos inútiles. Puede haber aportaciones adicionales, familiares o empresariales, a ese crédito estatal. Pero, para nosotros, es esencial que, el Estado mantenga el control del sistema educativo, porqué es un servicio público que debe mantenerse al margen de las leyes del mercado._
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