Lo mejor de dos mundos
El éxito de cualquier gran orquesta depende del grado de acuerdo estilístico, técnico y moral que alcance con su director. Es lógico entonces que la Danish Radio Jazz Orchestra, bajo la dirección de Bob Brookmeyer, vaya camino de convertirse en una de las formaciones más importantes del panorama europeo. Pocos colectivos pueden presumir de un gobierno verdaderamente progresista que siempre mira hacia adelante a pesar de su pasado glorioso.Bob Brookmeyer militó en los años cincuenta en la orquesta de Claude Thornill, embrión de un concepto conciliador que apostaba por la reunión de la moderna música culta europea y el jazz en un centro ideal: un compromiso activo entre lo mejor de dos mundos. El propio Brookmeyer reconocía en una entrevista que en su etapa formativa le había impactado tanto el swing perfecto de la banda de Count Basie como la refinada fantasía de la Firebird suite, de Igor Stravinski. Bajo esta misma perspectiva, el añorado' Gil Evans desarolló poco despues un nuevo idioma, orquestal, rico en matices y colores inusuales, que Brookmeyer siempre ha suscrito y quiere perpetuar ahora a través de discípulos tan prometedores como Maria Schneider.
Danish Radio Jazz Orchestra
Orquesta de 20 miembros dirigida por Bob Brookmeyer. Centro Cultural de la Villa. Madrid, 5 de noviembre.
Desde las primeras notas del concierto, dedicado a la memoria del recientemente fallecido penodista y poeta danés Ebbe Traberg, la orquesta sonó brillante, conjuntada y ágil, siempre atenta a subrayar los contrastes de ritmo, volumen, tiempo y textura que menudean en las piezas de su repertorio. Las partes improvisadas, lejos de formar capítulo, aparte, se imbricaron en la estructura de cada composición para dulcificar a golpe de espontaneidad el rigor de la escritura. Quizá resultase extraño ver al batería rodeado de partituras, pero en este caso cualquier guía estaba más que justificada a la vista de la compleja y sutil paleta sonora de Brookmeyer.
Los tonos pastel de los pasajes impresionistas podían intensificar hasta la saturación un paso más allá, y el carácter melódico mudaba de un compás para otro sin perder un ápice de homogeneidad. No todas las composiciones, firmadas en su mayoría por miembros de la orquesta, tenían el mismo interés, pero cada una cobraba valor en el concienzudo trabajo estético de Brookmeyer. El director reservo un espacio mínimo a su característico trombón a pistones, lo justo para recordar que su sonoridad oscura, introvertida y profunda, sigue siendo tan original e inmediatamente reconocible como el primer día. Tomas Franck y Uffe Markussen (ambos al saxo tenor) y Jens Wintheir(trompeta) demostraron que los solistas imaginativos destacan con particular fuerza en una orquesta disciplinada.
Babelia
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