El corazón de YeItsin recibe cinco puentes cardiacos en una operación que duró siete horas
El cirujano Renat Akchurin, al frente de un equipo de 12 personas, realizó ayer con éxito una operación de siete horas en el corazón del presidente de Rusia, Borís Yeltsin, de 65 ños, al que tuvo que colocar cinco by-pass (puentes cardiacos), un número mayor de lo previsto, pero que no deben afectar su plena recuperación, según los médicos. Yeltsin, que entró en el quirófano a las siete de la mañana y salió de él a las dos de la tarde, se encontraba ayer por la tarde bajo el efecto de la anestesia y conectado a un respirador artificial. Akchurin, de 50 años, en bata blanca y con huellas de cansancio en el rostro, apareció ante los medios de comunicación por primera vez tras el bloqueo informativo de los últimos días para informar de la operación.
Antes de someterse al escalpelo, la sierra eléctrica y otros instrumentos que ayer fueron empleados con él, tanto para abrirle la caja torácica como para manipularle el corazón, cortarle fragmentos de la vena de una pierna y de la arteria pectoral, Borís Yeltsin firmó un decreto mediante el cual transfirió sus funciones de forma temporal al primer ministro, Víktor Chernomirdin."Creo que pronto comenzaré a trabajar como antes a pleno rendimiento", afirmó el presidente en un mensaje que dejó firmado antes de meterse en el quirófano. En él, Yeltsin comunicó a sus conciudadanos que el país no se queda "ni un segundo" sin líder con plenos poderes.
Los médicos eran optimistas, con todas las reservas normales para el caso. "La operación se acabó", y por delante está la importante fase posoperatoria" dijo Akchurin, según el cual, "todos los indicadores muestran que el músculo cardiaco recibe suficiente sangre para funcionar normalmente". Por su parte, el doctor Yevgueni Cházov, el director del Centro de Investigaciones Cardiológicas, que en el pasado atendió a Leonid Bréznev, manifestó que la operación había sido, mejor de lo que suponía", "sin situaciones inesperadas".
Los pronósticos, sin embargo, sólo pueden hacerse "al cabo de cinco o seis días después de la operación", según Akchurin. El cirujano explicó que la primera etapa de la recuperación suele durar entre seis y 12 horas, según los casos. Los médicos decidirán hoy, en función de una veintena de índices, en qué momento del día pueden desconectar ya el sistema de respiración artificial que se mantiene por razones de seguridad durante un cierto periodo posoperatorio. Yeltsin "decidirá él mismo" cuándo firma el decreto para recuperarlos poderes presidenciales que ha transferido a Chernomirdin. "Probablemente será mañana o pasado mañana", dijo Akchurin, y agregó: "Toquemos madera".
Con un entusiasmo caluroso se expresó el cirujano norteamericano Michael DeBakey, de 88 años, que calificó operación de ."éxito total". DeBakey no intervino en la operación ni entró en el quirófano, sino que permaneció en la habitación de al lado", dispuesto a ayudar si hacía falta, aunque ello no fue necesario. Además del cirujano estadounidense, a punto para caso de emergencia, había dos médicos alemanes, que llegaron hace dos semanas a Moscú y que permanecerán disponibles en el posoperatorio.
Aunque Akhurin no quiso desvelar el número de by-pass instalados, después se informó que fueron cinco. El corazón de Yeltsin se ha revascularizado totalmente. En total, el corazón de Borís Yeltsin estuvo conectado durante 68 minutos a un sistema circulatorio artificial. El profesor George Noon, aseguró a Reuter que la cifra de cinco puentes cardiacos no es inusual. "Lo importante es que los conductos que fueron colocados funcionen".
La operación era una gran responsabilidad para Akchurin, que hace ocho años practicó una operación semejante a Chernomirdin. "Intenté olvidar que era el presidente de Rusia y considerarlo sólo como un enfermo", señaló el cirujano. Akchurin, que nació en Uzbekistán y que ha realizado más de 1.400 operaciones en su carrera profesional, estudió con DeBakey y tiene un sueldo oficial equivalente a 600 dólares (unas 77.000 pesetas).
Mientras esperaba a que le permitieran al menos "echar una ojeada" a su marido, Naina Yeltsina dijo estar preocupada y esperanzada a la vez.
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