_
_
_
_
ELECCIONES EE UU 1996

Clinton vuelve a "su" Little Rock para celebrar la victoria

El presidente aguarda en la ciudad en que empezó su carrera ser el primer demócrata reelegido desde Roosevelt

Señoras y señores, aquí está de nuevo con todos ustedes The Comeback Kid, el tenaz e indestructible Bill Clinton, el político con cara de muchacho que siempre vuelve al ring con nuevas energías cuando se le daba por muerto y enterrado. Aquí lo tienen de nuevo, en Little Rock, dispuesto a vivir una noche de triunfo como aquella del 3 de noviembre de 1992, en la que en la capital de Arkansas sonó hasta el alba el tema de Fleetwood Mac Don't stop thinkin' about tomorrow (No dejes de pensar en el mañana). Damas y caballeros, Little Rock se apresta a celebrar esta noche el muy probable milagro de la reelección de Clinton para el puesto político más importante del planeta.¿Milagro? Sí para aquellos que entonaron el réquiem de Clinton hace apenas dos años, cuando la mayoría del electorado norteamericano le dió un monumental puñetazo en la nariz y llevó al Congreso una mayoría republicana. Pero no para sus amigos de Little Rock, que, en los 16 años que pasó en la ciudad, 12 como gobernador de Arkansas, le vieron regresar incontables veces del pozo del fracaso y el descrédito.

Más información
Muy pocos fallos frente a muchas improvisaciones
¿Qué fue de la revolución conservadora?

"Nunca tuve la menor duda de que Clinton llegaría de nuevo en posición de fuerza al día de la elección presidencial: él siempre ha aprendido de sus errores; su principal virtud es que sabe escuchar, entiende los mensajes, comprende enseguida qué es lo que quiere el pueblo". Quien esto afirma, Nick Rule, es gerente adjunto de Doe's Eat Place, uno de los lugares claves de la geografía clintoniana de Little Rock. Este local, donde el gobernador venía a tomar inmensos y tiernos filetes con patatas fritas y donde el presidente recala en cada uno de sus regresos a Little Rock, no tiene nada de un restaurante de lujo. Su suelo, de linóleo ajedrezado, parece leproso; los ventiladores que cuelgan del techo no logran disipar el humo y el olor a grasa frita; los manteles son de plástico, y los fusiles de caza que, junto a numerosas fotos dedicadas de la pareja presidencial, cuelgan de los muros necesitan una buena limpieza. Pero la modestia, la simpática informalidad, la música country y la cocina sabrosa y alta en colesterol del Doe's Eat Place resumen el espíritu de este Estado pobre, rural y entre sudista y del Oeste donde, en un villorio llamado Hope (Esperanza), nació huérfano de padre, The Comeback Kid.

Little Rock -182.274 habitantes en el caso urbano, más 63.994 en sus suburbios septentrionales- no es precisamente uno de esos lugares que uno escogería para pasar un fin de se mana. Uno viene tan sólo porque aquí va a votar Clinton y aquí piensa celebrar su posible conversión en el primer presidente demócrata de Estados Unidos que conquista la reelección desde los tiempos de Franklin D. Roosevelt, hace más de medio siglo. Pero si no, ni loco. En estas profundidades de Estados Unidos, de tantas ciudades destartaladas y desangeladas, Little Rock ocupa uno de los primeros lugares en la lista de falta de interés.

Tan es así que la Oficina de Turismo ofrece como principal atracción del lugar la geografía clintoniana, a la que ha dedicado un completo folleto con textos, fotos y mapas. Allí están el 5419 de L Stret, la modesta vivienda unifamiliar comprada en 1977 por Bill y Hillary Clinton; el neoclásico Capitolio de Arkansas, donde Clinton tuvo su despacho de gobernador; la iglesia baptista Immanuel, donde Clinton iba a rezar; el bufete Rose Law, donde trabajó Hillary, y la Vieja Casa del Estado, donde el 3 de octubre de 1991, al anunciar su candidatura a la presidencia, Clinton dijo: "Tuve en Georgetown un profesor que me enseñó que Estados Unidos era el país más grande de la Historia porque su pueblo creía en dos ideas sencillas y actuaba en consecuencia: en primer lugar, el porvenir puede ser mejor que el presente; en segundo, cada cual tiene la responsabilidad personal y moral de actuar para que así sea".

Como en 1992, Clinton, si las urnas confirman la victoria anunciada por los sondeos, pronunciará esta noche su discurso de aceptación en la Vieja Casa del Estado. Allí seguían afanándose ayer numerosos trabajadores en la colocación de podios, altavoces y barreras, y por allí deambulaban ya numerosos agentes del servicio secreto, con sus inconfudibles trajes oscuros y carrachitos en las orejas. Al lado, en el Centro de Convenciones, instalaban sus reales más de 2.000 periodistas, mientras que se preparaba en el Riverfront Amphitheater el concierto público de country y rock en el que participarán Tony Bennet, Kathy Mattea, Nicolette Larson y Stephen Stills, y, en los hoteles del poblachón, dirigentes y militantes demócratas de Little Rock y Washington preparaban fiestas privadas para la familia presidencial, la de Al Gore, la mitad del Gobierno y actores como Jane Seymour y Michael Keaton. Jim Dailey, el alcalde demócrata, calculaba que, en la calle o al abrigo, más de 50.000 personas participarán esta noche en los festejos.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Judi Cox, una joven de California instalada en Little Rock para trabajar en una de esas pequeñas empresas de servicios informáticos que florecen en EE UU, anunciaba que, como la mayoría de las gentes de Arkansas, iba a votar por Clinton. "Es joven, es seductor, tiene un montón de ideas concretas y se preocupa por la gente", decía. Cox rechazaba de plano juzgar a Clinton por su carácter. "Al presidente hay que juzgarle por lo que hace en la Casa Blanca, el resto es supérfluo".

Si Clinton triunfa hoy, Estados Unidos puede haber entrado en una nueva fase de madurez política. El comentario de Judi Cox refleja una actitud que se generaliza en todo el país. Un sondeo efectuado por Gallup el pasado fin de semana para USA Today y CNN revela que "los electores prefieren la capacidad al carácter, la efectividad a la ideología", y que buscan "un líder que sin ser un modelo de virtud consiga que el Gobierno trabaje para ellos". Si los norteamericanos prefieren hoy la figura del hermano mayor con todos los defectos de la familia que encarna Clinton a la del padre ejemplar y moralizante de Bob Dole, esta noche, señoras y señores, habrá una gran fiesta en Little Rock.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_