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Se buscan trabajadores

Cualificados y prestos a la movilidad laboral, los vecinos de Lexington alcanzan el pleno empleo

Recién llegado de la vieja Europa, uno no sale de su asombro en Lexington: las puertas de un sinfin de tiendas, bares, restaurantes, supermercados, oficinas y fábricas exhiben carteles que dicen "Applications", "Help wanted", "Apply now", "Now hiring" y "Join us", o sea, "Se buscan trabajadores". Sí, han leído ustedes bien: el principal problema de la segunda ciudad del Estado norteamericano de Kentucky es que falta mano de obra.Con un porcentaje de desempleo del 2,1% puramente técnico, el de los marginales que, desgraciadamente, no quieren o no pueden ser recuperados por el mercado laboral", según la alcaldesa demócrata Pam Miller-, Lexington, 240.000 habitantes, se ha convertido en uno de los ejemplos de la buena salud económica de los Estados Unidos de Bill Clinton, un país que vive su quinto año consecutivo de crecimiento económico, creación de empleo, reducción del déficit e inflación moderada.

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Kentucky, que en 1992 votó a favor de Clinton frente a George Bush, es un Estado famoso por sus caballos, su pollo frito, su tabaco y su whisky bourbon. Uno lo asocia más bien a ese tipo de escenas que se ven en Main Street, la principal calle, como su nombre indica, de Lexington: caballeros con gorras de béisbol, camisas a cuadros, pantalones vaqueros y botas de cuero. aparcando camiones cargados de tabaco en rama frente a tiendas de arreos de caballerías; jóvenes pero ya bastante gruesas damas recogiendo a niños de ojos claros y cabellos rubios al pie de autobuses escolares impecablemente pintados de amarillo; viejos y atildados matrimonios entrando en iglesias episcopales, presbiterianas y baptistas de picudas torres; negros ahuyentado a las ardillas al recoger hojas muertas en jardines de casas de estilo neoclásico, victoriano y georgiano...

Pero aun conservando todas esas señas de identidad del mundo rural sureño, Main Street es también la arteria de los últimos modelos de coches Toyota, teléfonos celulares y ordenadores multimedia, la calle donde hombres y mujeres con trajes de chaqueta y camisas de cuello blanco no dan abasto en comercios y oficinas y reclaman a sus patrones que contraten nuevos empleados.

Quizá toda la ciudad pueda resumirse en una imagen de Main Street: el reflejo en el azuláceo rascacielos de acero y cristal del Centro Financiero de Lexington -treinta pisos de altura- del muchísimo más bajo y enteramente grisáceo edificio decimonónico de piedra del tribunal del condado, un lugar que de no estar también cuidado parecería la mansión de la familia Monster. "Lexington", dice Parri Miller, que tras estudiar relaciones internacionales en Ginebra, casarse con un médico, tener tres hijos y trabajar como profesora y periodista, conquistó la alcaldía en 1993, "es eso: un gran dinamismo económico y un cariño exquisito por su corto pasado histórico".

Lexington es la fábrica de impresoras para ordenadores Lexmark, la factoría de vehículos Toyota -la más importante del mundo fuera de Japón-, la base de operaciones de la compañía de telecomunicaciones GTE, los laboratorios de la empresa de teléfonos celulares Tower Communication, las decenas de nuevos bufetes de abogados, gabinetes de cuidados médicos y sociedades de asistencia informática... Toda una red de prósperas actividades que el pasado año creó en la ciudad 10.200 empleos netos. Y Lexington es, asimismo, la estatua ecuestre en Main Street del general John Hunt Morgan, "el Rayo de la Confederación", que, en la guerra civil, puso a disposición de los Estados esclavistas un regimiento de infantería. O la cabaña de madera levantada por Robert Patterson en 1780 -el más viejo monumento del municipio-, que se conserva amorosamente en el campus de la Universidad de Transilvania un centro que ha dado a Estados Unidos dos vicepresidentes, medio centenar de senadores y más de un centenar de miembros de la Cámara de Representantes.

¿Cuál es el secreto de Lexington? ¿Por qué el principal problema de esta ciudad, que en el momento de la llegada de Pam Miller a la alcaldía perdía puestos de trabajo a chorros, es la penuria de mano de obra? ¿Cómo explicar que el Burger King local proponga 150 dólares de prima a cada empleado que consiga enrolar a un amigo o pariente; que Lexmark organice entrevistas a posibles empleados por la noche o los fines de semana para no obligarles a ausentarse de sus puestos de trabajo actuales; que Dick Blanchard, el desbordado cazador de cerebros de la ciudad, haya tenido que ampliar su oficina desde 14 a 27 asalariados?

Desde su despacho en el piso 12 del Ayuntamiento, la alcaldesa demócrata ofrece una respuesta: "La razón de nuestro éxito es múltiple: la estratégica situación geográfica de la ciudad, en el cruce de dos grandes autopistas interestatales; la política de baja presión fiscal desarrollada tanto por el Ayuntamiento como por el Estado de Kentucky; el bajo nivel de criminalidad debido a los fuertes valores morales -de los ciudadanos y a la firmeza de una fuerza de policía local de 420 miembros; la existencia de una mano de obra muy cualificada -el 30% de la población adulta tiene estudios universitarios- y muy predispuesta a la movilidad laboral, y el bajo nivel de sindicación de los trabajadores".

Bienvenidos, pues, a Lexington, la ciudad del pleno empleo. Bienvenidos a la América de Clinton.

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