Aldaya: "Mis secuestradores dijeron que harían un esfuerzo antes de matarme"
El empresario José María Aldaya, quien fue secuestrado por ETA en Irún el 8 de mayo de 1995 y puesto en libertad el 14 de abril de 1996, manifestó ante el juez Javier Gómez de Liaño y el fiscal, en la declaración que prestó en esa ciudad guipuzcoana tres días después de haber quedado libre, que temió por su vida durante su cautiverio y que se sintió "muy humillado". El magistrado de la Audiencia Nacional levantó recientemente el secreto del sumario.
En su declaración ante Gómez de Liaño, a la que ha tenido acceso Europa Press, Aldaya dijo que sólo podía hablar con sus secuestradores 15 minutos diarios y que temió por su vida. En concreto, en el quinto mes del secuestro le dijeron "que se habían roto las negociaciones" y que iban a hacer "un esfuerzo" antes de matarle.Aldaya aseguró que nunca había recibido amenazas antes de su secuestro, "ni peticiones de impuesto revolucionario", y que la organización terrorista ETA, nunca se había puesto en contacto con él. Además, afirmó que "en ningún momento" miembros del Gobierno central o del Ejecutivo vasco establecieron contacto con él para informarle sobre posibles amenazas.Posteriormente, el empresario narró cómo se produjo su secuestro. Tres individuos le abordaron cuando iba a su domicilio, le colocaron una capucha, le tumbaron en el asiento trasero del coche y le pusieron una inyección. "Después me desperté en un colchón", dijo.
"342 comidas"
Cuando ya en el zulo, le dieron un zumo de naranja y, luego, la cena. "He contado 342 comidas", relató el industrial.Aldaya explicó a continuación que siempre le vigilaba la misma persona y que ésta le dijo que ETA abandonaría las armas si lograban la autodeterminación. También, hizo referencia al sonajero que los terroristas le regalaron para su nieta.
Por otro lado, Aldaya manifestó al juez que en determinados momentos llegó a ser "duro con ellos", pero que, al final, temió por su vida, siendo entonces cuando declaró que en el quinto mes del secuestro le dijeron "que se habían roto las negociaciones y que iban a hacer un esfuerzo" antes de ejecutarle.
Aldaya también describió cómo era el agujero: 3,50 metros de largo por uno de ancho y 1,95 de alto, con una bombilla de batería -durmió los siete primeros meses con ella encendida-. La habitación tenía cuatro pasos de largo y él llegaba a andar 10,5 kilómetros diarios.
En su declaración judicial, Aldaya manifestó que durante todo el tiempo que permaneció cautivo no tuvo ni radio ni televisión, que escribió seis cartas a su familia, aunque ésta sólo recibió una, y que incluso llegó a escribir "a la dirección de ETA". Posteriormente, habló de las "celebraciones" de su cumpleaños, Nochebuena, Nochevieja y el Aberri Eguna (el día de la patria vasca).
El 8 de abril le anunciaron que "estaba todo solucionado" y que le iban a liberar. Le devolvieron la documentación, pero sólo "7.000 pesetas de los 7.000 duros" que llevaba al ser capturado. Tampoco le entregaron su reloj Rolex.
"Muy humillado"
Respecto a si tuvo conocimiento del pago de un rescate por su familia para Iograr su liberación, Aldaya declaró a Gómez de Liaño: "No sé absolutamente nada". Además, indicó que su empresa estaba "bien", tal y como la dejó, y que las cuentas bancarias también se encontraban en el estado en que las dejó. Añadió Aldaya que durante el secuestro se sintió "muy humillado". "He llorado mucho, me he acordado de mi familia, de mis amigos", dijo, así como que recibió amenazas "con respecto a lo que pudiera declarar después de su liberación". Reiteró que nunca le habían exigido el "impuesto revolucionario", y que pensaba que su secuestro había sido "una llamada de atención al resto de los empresarios vascos, sobre todo a los grandes".
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