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Chilabas y tortilla española

35 inmigrantes aprenden los hábitos de la vida española en Collado Villalba

La tortilla española, el intercambiador de Moncloa, poner el lavavajillas, el papeleo del banco, de la luz o del gas son algunas de las asignaturas que 35 inmigrantes marroquíes aprenden en un programa de integración social en Collado Villalba (36.031 habitantes). Los alumnos extranjeros recibirán un diploma del Ayuntamiento con el que acreditar sus nuevos conocimientos so bre los hábitos españoles en su búsqueda de trabajo.

El programa de integración social está compuesto por tres cursos: corte y confección, habilidades domésticas y cocina [que suman 26 alumnas] y manejo de recursos [con nueve alumnos]. "Este curso pretende facilitar la vida de los inmigrantes en lo que para ellos es un país extranjero", explicó ayer la concejala de Servicios Sociales del PP, Carmen Rodríguez. Sin embargo, y aunque el plazo de inscripción está abierto, aún son minoría los inmigrantes de Collado Villalba que asisten a estas clases. Este pueblo tiene una población inmigrante de 1.713 residentes de 53 países distintos (los 800 marroquíes son mayoría).

Chaibia Amiri, marroquí de 43 años y que lleva nueve en Madrid, explicó ayer mientras pelaba un tomate en clase de cocina: "Aquí nos enseñan a llevar una casa limpia y en orden. A domiciliar ¿se dice así? las facturas de la casa en el banco, a coger el metro, a saber cuánto hay que pagar en el supermercado y más cosas". Amiri asegura que en apenas dos semanas de clases ha aprendido más que en todo el tiempo que lleva en Madrid. El marido de Amiri está en Marruecos. Ella vive con sus cuatro hijos en Collado Villalba. Trabajó como señora de la limpieza, pero ahora está en paro. "Mi hija mayor trabaja y me paga el piso (65.000 pesetas al mes), mis otros tres hijos estudian (mecánica, cocina y educación primaria) y necesito dinero para los gastos de la familia. Espero que el diploma me ayude a conseguirlo", añadió Amiri.Amiri sabe suficiente castellano como para desenvolverse, pero Malika no. Ella es una marroquí de 26 años recién llegada a España. La carpeta de Malika estaba llena de nombres de alimentos: pimientos verdes, patatas, barra de pan y demás.. "No sabía cómo pedir los alimentos, ahora ya sí porque sé cómo se llaman", se explicó con dificultad. "También les enseñamos nociones básicas de castellano, pero dirigido a las materias de los cursos. Las que quieran aprender más, las remitimos al centro municipal de enseñanza para adultos", apuntó ayer Begoña López, trabajadora social.

La mayor dificultad que las marroquíes encontraron para asistir a los cursos fue la negativa de sus maridos: "No las dejaban salir de casa solas. Les convencimos poniendo a una persona encargada de acompañarlas", añade López. Además, disponen de una guardería en la que una profesora enseña lo básico a los hijos de los alumnos y alumnas. Los cursos finalizan en diciembre. Sin embargo los servicios sociales del Ayuntamiento proyectan prorrogar los plazos en cursos de seis meses. "El programa de integración y sus cursos deben mantenerse en el futuro. Los inmigrantes necesitan de esta ayuda para desenvolverse en un medio desconocido para ellos", pronosticó Rodríguez.

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