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ELECCIONES EE UU 1996

Dole se pone los guantes de boxeo

El candidato republicano desata una cruzada anticorrupción

Antonio Caño

La frase de moda en las concentraciones electorales del Partido Republicano es: "¡Ponte los guantes, Bob. Atízale!", a lo que Bob Dole, el candidato conservador a la presidencia de Estados Unidos, suele responder insinuando un gancho con su mano izquierda, mientras que con su imnovilizada derecha sostiene un eterno bolígrafo. "¡Dale duro, dale duro!", "Cuenta toda la verdad, Bob. Deja en evidencia a ese mentiroso", "¡Puedes conseguirlo, Bob, puedes conseguirlo!", le gritaban el viernes en un mitin en una escuela de las afueras de Denver.También en Albuquerque unas horas antes, le pidieron al candidato republicano que se emplee duro contra Bill Clinton. Y lo mismo le iban a pedir unas horas después en Wichita. Y al día siguiente en Norfolk, y en cada lugar por el que pasa. Sus seguidores buscan acción, y sus asesores le han convencido de que ésa es la única posibilidad que tiene de alcanzar el milagro de ganar las elecciones del 5 de noviembre. "Las presidenciales son un referéndum sobre la persona que ocupa el puesto, y en este caso se trata de alguien que ha ido demasiado lejos", explicó a los periodistas durante el viaje Scott Reed, el jefe de la campaña republicana.

Bob Dole parece disfrutar el nuevo papel. Después de varios meses de discursos sobre la situación económica -que no funcionaron-, de vaguedades sobre los valores tradicionales -que tampoco funcionaron-, de rememoranzas sobre sus orígenes y su trayectoria personal -que incluso tuvieron un efecto contrario al pretendido-, Dole cree haber encontrado un argumento poderoso: una cruzada contra la corrupción.

"Cada día nos amanecemos con un nuevo escándalo. Esto tiene que acabar, y acabar ahora. Nuestro sistema político no está a la venta de las influencias extranjeras y de los intereses extranjeros", dijo Dole en Denver, en referencia a las sospechas sobre las contribuciones de millonarios asiáticos a la campaña de Clinton.

Dole ha confesado a sus colaboradores que si sus discursos anteriores sonaban confusos, no es porque él hable de forma confusa y enredada" sino porque el mensaje que le preparaban lo era. La prensa que le seguía se quejaba de que jamás encontraba en sus mítines una frase con la que titular. Ahora las tienen en abundancia.

"Tenemos un presidente", afirmó en su intervención en esta ciudad, "que habla a menudo de construir un puente hacia el futuro. Lo que está construyendo es un puente hacia los contribuyentes políticos más ricos".

Los contribuyentes de Dole

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Dole esconde, por supuesto, que su campaña ha sido generosamente respaldada por diversas corporaciones y grupos de presión. Philip Morris, por ejemplo, se ha gastado este año en contribuciones políticas, según un grupo de investigación independiente, más de dos millones y medio de dólares (más de 320 millones de pesetas), de los que al menos dos terceras partes han ido a parar a las arcas del Partido Republicano.Pero eso no importa a estas alturas de la campana. Dole ha encontrado su espacio como guardián de la ética, no sólo frente a la supuesta corrupción de Clinton, sino de todo el pasado político de este país. "Nosotros no venderemos el acceso a la Casa Blanca. No dejaremos que los donantes de fondos accedan a la Casa Blanca. Les prometemos que eso no ocurrirá. Incluso aunque algunos republicanos lo hayan hecho. No vamos a usar la Casa Blanca como una casa de cambio".

Es dudoso, desde luego, el efecto que este nuevo discurso puede tener en los resultados electorales. Incluso aunque el escándalo financiero del que habla se demostrase cierto y de semejantes proporciones, no queda tiempo material. El escándalo Watergate, por ejemplo, estalló antes de que Richard Nixon ganase abrumadoramente las elecciones de 1972.

Pero Dole sabe que de esta manera, al menos, sus últimas horas en la política no quedarán sumidas en el desinterés general. Si no puede ganar las elecciones, Dole intenta ganar atención. Aunque pierda después todo el crédito que había acumulado a lo largo de 40 años de vida política.

El mitin de Denver es un ejemplo. No fue una impresionante concentración de masas, como no ha sido ninguno desde que Dole comenzó esta campaña. La escuela en la que habló hubo que llenarla con los alumnos, y en la puerta apenas se reunio un millar e personas. Lo que no es precisamente un triunfo en un Estado como Colorado, donde no se recuerda cuándo ganó un candidato demócrata. El hecho de que Dole esté haciendo campaña en Colorado, Nuevo México o Virginia, verdaderos templos del conservadurismo, es una prueba de lo mal que le van las cosas.

Pero los que acudieron a escucharle en Denver, jubilados en su mayoría, por lo menos vibraron con algunas frases. "El número y la persistencia de los escándalos", dijo, "nos muestra que estamos frente a un caso de abuso de poder por parte de la Casa Blanca".

El letrero que cuelga del podio desde el que habla este político de 73 años dice: "La opción de la nueva generación". La orquesta que le acompaña interpreta la canción En forma, de Glenn Miller, después de que otros autores vivos le criticasen por el uso de sus letras. Entre ellos Bruce Springsteen, que se quejó de que Dole hiciese corear en sus actos las notas de Born in the USA.

Pero lo más triste de todo para Dole es que la misma gente que le escuchó en Denver salió pensando que Clinton ganará las elecciones. "Puede que Dole gane aquí en Colorado, aunque los dos están muy apretados todavía. Pero es muy difícil que gane en el resto del país porque a la gente no le preocupa mucho toda esta corrupción si creen estar mejor que hace cuatro años", pronostica Danny, una de las profesoras de la escuela.

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