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Prodi cambia a los jefes del servicio secreto tras el espionaje a Berlusconi

Romano Prodi cambió ayer a todos los jefes de los servicios secretos, nombrados hace apenas dos años por Silvio Berlusconi, y desencadenó las polémicas previstas. Algunos de los partidos que apoyan al Gabinete y todos los de la oposición criticaron que el reciente descubrimiento de un micrófono espía en el despacho del líder de Forza Italia (FI) haya sido utilizado como pretexto para ganar poder. El Gobierno presenta su decisión como un paso extraño a esos hechos y reformista, en el clima de enfrentamiento generalizado que viven los poderes investigadores en Italia.

Al enfrentamiento creciente entre sectores políticos y la magistratura, como consecuencia de la amplia difusión de escuchas telefónicas y de otras conversaciones grabadas, o entre grupos de magistrados que se investigan mutuamente por supuestas actuaciones delictivas, se ha añadido en los últimos días el choque de los fiscales de Milán con el cuerpo de policías fiscales, acusados por los magistrados de sembrar cizaña en su contra por venganza de los procesos de corrupción instruidos a miembros de dicha policía, y un incidente verbal entre el Gobierno y el cuerpo de carabineros, acusados por parlamentarios del Olivo de haberse excedido en sus facultades investigadoras.Los servicios secretos cayeron naturalmente en este avispero de conflictos cruzados cuando se descubrió el micrófono en el despacho de Berlusconi. Pero la escasa calidad del ingenio desvió enseguida las sospechas hacia otras direcciones. El ministro de Interior, Giorgio Napolitano, aseguró en el Parlamento que los servicios son totalmente ajenos al incidente. El vicepresidente del Gobierno, Walter Veltroni, dijo ayer que los cambios de dirección en los servicios estaban siendo preparados desde hace semanas, y que representan un primer paso hacia su reforma.

Los nuevos mandos son Vittorio Stelo, hasta ayer gobernador de Turín, que se hace cargo del Sisde, el servicio de información civil dependiente del Ministerio del Interior; el almirante Gianfranco Battelli, procedente de los servicios de información de la Marina, que dirigirá el Sismi, servicio militar dependiente de Defensa, y el gobernador de Florencia, Francesco Bernardino, nuevo director del Cesis y coordinador de los dos servicios anteriores.

Nadie, ni en la oposición ni entre los ex democristianos o republicanos integrados en la mayoría, que contestan la medida, pone en duda la valía- de los designados o su adecuación al cargo, pero sí la oportunidad y el procedimiento de unas designaciones que, al menos, expresan la voluntad del Gobierno de reafirmar su capacidad de control en esta situación especialmente confusa. Algún portavoz de la oposición, como Maurizio Gasparri, de Alianza Nacional, subrayó que Prodi "ha marginado a los carabineros", ya que no ha incluido en la remodelación a ningún representante de ese arma. Berlusconi puso a un general de carabineros al frente del servicio de información civil.

Lo cierto es que la confusión y las polémicas cotidianas sobre la violación de la intimidad de los ciudadanos se refieren más al terreno de la justicia que al del espionaje oficial. Los abogados penalistas de Roma se mantuvieron ayer en huelga para protestar porque "los coloquios entre los indagados y sus defensores estén siendo interceptados y terminen siendo reproducidos por los periódicos en gran medida".

La lucha política sigue impidiendo, sin embargo, que los partidos se unan contra los supuestos abusos que les perjudican. Cada vez son más los de distintas tendencias que hablan de excesos de la magistratura, pero en lo concreto, se distancian. Políticos de la derecha, los más garantistas, aseguran que el ex fiscal y hoy ministro Antonio Di Pietro caerá por las indiscreciones filtradas desde la magistratura de La Spezia a partir de una investigación que probablemente será transferida a Roma por falta de competencia. Por su parte, la izquierda no apoya la petición de FI de una inspección de la Fiscalía de Palermo, por filtraciones que le afectan.

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