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El utópico manifestódromo'

Antonio Jiménez Barca

La idea de construir o habilitar en Madrid un manifestódromo, esto es, un lugar especialmente erigido para que la gente proteste sin molestar al resto de los ciudadanos, ha sido acariciada por el alcalde José María Álvarez del Manzano varias veces. Especialmente en días como el de ayer o como el de hoy. Pero el regidor, aunque favorable a que los manifestantes utilicen espacios acotados, siempre ha tenido bien presente la "utopía" del manifestódromo. La idea, de cualquier manera, no es suya: a finales de 1987, después de un trimestre explosivo, el ingenio popular inventó la palabra.Con todo, la idea del manifestódromo no cayó en saco roto y sirvió para algo: en julio pasado, el Colegio de Arquitectos y la constructora Auxini otorgaron el segundo premio de Arquitectura utópica de Madrid a un proyecto original: en la plaza de Cibeles se erigía un impresionante muro en el que todos los que se consideraran damnificados por algo podrían arrojar tomates y huevos. Una de las caras del muro, según el proyecto, cerraría un edificio de oficinas municipales; la otra sería el objetivo de los manifestantes que acuden a Madrid para hacerse oír. Esto es lo más parecido a un manifestódromo que se ha proyectado hasta ahora.

Más información
La ciudad ha sufrido más de 800 manifestaciones desde enero

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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