Suspenso a Moreiras
EN UN acto de rectificación digno de elogio, el Consejo del Poder Judicial enmendó el martes un despropósito de sus antecesores. Éstos habían saldado con una ridícula multa de 300.000 pesetas la irregular actuación del juez Moreiras en el caso Argentia Trust, cuya instrucción trasladó directamente a las páginas de un periódico mediante una entrevista en la que explicó pormenores protegidos por el secreto sumarial. Todo ello para justificarse por el hecho de haber decretado en un mismo día la prisión incondicional y la libertad del principal inculpado, Mario Conde.Moreiras ha sido suspendido, durante un año en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales. Ello conlleva la pérdida de su plaza en el Juzgado Central de Instrucción número 3 de la Audiencia Nacional, del que es titular desde 1991. Es la tercera suspensión que este polémico juez sufre en su accidentada trayectoria profesional. Pocas dudas caben sobre la proporcionalidad de la sanción impuesta con la gravedad de la falta cometida: desvelar secretos sumariales con perjuicio a terceros. ¿0 cabe conducta más grave en un juez que aventar el contenido de unas diligencias sumariales de carácter secreto absolviendo pública y anticipadamente a unas personas y acusando a otras que ni siquiera están personadas en esas diligencias?
Eso fue lo que hizo Moreiras al exculpar por sí y ante sí a Mario Conde delaberse apropiado indebidamente de 600 millones de Banesto e imputar el hecho a dirigentes del PSOE y al intermediario Antonio Navalón. La actuación del juez constituyó, pues, algo más grave que la mera revelación formal de datos sumariales conocidos en el ejercicio de su función Jurisdiccional. Y acierta el Pleno cuando considera que la actuación del juez transmitió un "evidente clima de inseguridad jurídica, deplorable en el funcionamiento de la justicia".
Al menos durante un año, este pintoresco juez, que no brilla, precisamente por su técnica jurídica, no podrá hacer cosas tales como decidir algo y su contrario en el corto espacio de unas horas, decretar fianzas exorbitadas para después reducirlas a la nada, decidir espectaculares y controvertidas prisiones preventivas que se demuestran absurda e injustificadas, rechazar repetidamente querellas que luego debe admitir por mandato superior o revelar frívolamente secretos sumariales con daños a terceros indefensos. Pero la cuestión de fondo es qué va a pasar después. ¿Volverá, Moreiras a las andadas, a su imprevisible modo de instruir e impartir justicia, como sucedió tras sus dos anteriores expulsiones-ambas por un año- de la carrera judicial?
Es evidente que esta cuestión no se resuelve fácilmente con simples medidas disciplinarias. Remite a otras más de fondo como. los modos de selección de los jueces, sus sistemas de promoción, especialmente a puestos tan complejos como los que se desempeñan en la Audiencia Nacional, y, sobre todo, sus deficientes procedimientos de exigencia de responsabilidades. Es decir, ¿puede un sistema judicial como el diseñado por la Constitución tolerar en su seno jueces como Moreiras sin riesgo de desprestigiarse?. Como todo poder, él judicial también se legitima por su ejercicio. Y está claro que esa legitimidad siempre ha estado bajo mínimos en lo que respecta a Moreiras, a juzgar por su historial profesional. Lo malo. es que esos comportamientos caprichosos, de no corregirse a tiempo, terminan por desacreditar a la justicia entera.
El cambio de rumbo del actual Consejo respecto de la deriva irresponsable en la que había caído su predecesor parece augurar un pulso más firme en el tratamiento de los problemas que aquejan a la justicia. Pero si de proteger el secreto sumaria! se trata, sería hipócrita creer que se ha resuelto el problema con la sanción a Moreiras. El Poder Judicial tiene amplia tarea sin salir de la propia Audiencia Nacional. No hay secreto peor guardado que el de muchos de sus sumarios. A la hora de airearlos no hay ex agente, del Cesid que les aventaje.
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