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Reportaje:

"Nos persiguen los musulmanes, no el Islam"

Para calificar la situación que está viviendo la profesora egipcia Ibtihal Yunis (39 años) sólo atina a decir: "es como una novela de Kafka". Junto a su esposo el catedrático de estudios islámicos de la Universidad de El Cairo, Nasr Abu Zeid, de 53 años, espera para los próximos días un nuevo pronunciamiento sobre su matrimonio. Los tribunales de Egipto les han concedido un divorcio que nunca solicitaron tras encontrar contra su marido lo que llamaron "irrefutables pruebas de apostasía". La ley islámica no permite a la mujer seguir viviendo con un infiel.

El veredicto, la semana pasada detenido pero no anulado, es en sí mismo una fatwa (decreto islámico) y autoriza a cualquiera a tomarse en nombre de Dios la justicia por su mano. Por eso contactar con el matrimonio que vive en Holanda desde hace año y medio, no es tarea fácil. Tan sólo algunos amigos saben dónde viven y tienen su número de teléfono y todos los contactos se canalizan a través de la Universidad de Leiden, donde Abu Zeid ha recibido asilo académico por tres años.

Ibtihal, profesora de francés e hispanista, accede sola a la entrevista. "Mi marido no quiere hablar desde la sentencia que nos disolvió el matrimonio", le disculpa. En un bar de la estación, ruidoso y anónimo, acude a la cita y se arranca casi sin esperar la pregunta relatando el comienzo de su pesadilla.

"Todo empezó a fines de 1992, cuando Nasr pretendía la cátedra en la universidad. En sus- trabajos había una interpretación aperturista del Corán respecto a los derechos de las mujeres y acusaba a quienes manipulan la religión a su favor", relata en un correctísimo castellano. "Hubo un informe que no evaluaba el trabajo académicamente sino que acusaba a mi marido de apóstata, hereje y no se cuántas bobadas más", explica Ibtihal, que habla acelerada pero lúcida, equilibrada. Poco después, alguien les dijo que se fraguaba una demanda en su contra.

Acusado de infiel

"El asunto no nos preocupó en principio, era ridículo", asegura Ibtihal, que durante la entrevista no deja ninguna de sus uñas a salvo. No tenían motivo. El crimen de apostasía no existe. en el derecho egipcio. El sistema jurídico, una copia del francés, es civil y la sharia (legislación islámica) sólo interviene en algunos aspectos del derecho de familia. Pero fue suficiente, en nombre de Dios, un desconocido denunció a Abu Zeid por infiel e interpuso una demanda de divorcio para proteger a su esposa.El juez de primera instancia ignoró las alegaciones de los demandantes en enero de 1994 pero los abogados integristas apelaron. Año y medio después una instancia superior declaró disuelto el matrimonio. En Egipto era la primera vez que se escuchaba un fallo de estás características y cayó como una bomba sobre la sociedad.

"Se abrieron las puertas del infierno. Teóricamente el país es una democracia, ha ratificado todos los tratados internacionales de derechos del hombre... Nadie entendía lo que sucedía. Las cosas fueron a peor y en el mes de agosto de este año la Corte de Casación, haciendo caso omiso a una ley aprobada por el Parlamento que prohibe a los particulares incoar juicios cuando no estén directamente afectados, confirmó la sentencia de anulación.

Lo que había comenzado como una controversia académica traspasó los muros de la universiodad para convertirse casi en un asunto de Estado.

El tema levantó a una buena parte de la comunidad cultural egipcia, asociaciones de derechos humanos y a un sector importante de la sociedad civil. El Centro de Ayuda Legal de los Derechos Humanos calificó entonces de "asombroso" que el Tribunal de Casación diera la razón al de Apelación con lo que, en su opinión, "viola la Constitución egipcia que garantiza la libertad de creencia, opinión y expresión".

En Holanda, donde viven desde que el sentido común hizo aconsejable la salida de Egipto, se sienten relativamente seguros. "Cada vez que mi marido sale de casa me pregunto si le volveré a ver". Ibtihal asegura no saber si existen medidas especiales para protegerles, pero reconoce que el Gobierno holandés les ha comunicado "que no deben tener miedo".

"¿Volver a Egipto?", reacciona rápido, casi violenta, "es imposible, nos matan. Ni aun en el mejor de los casos, si esta sentencia se anula habrá que esperar muchos anos, volver a la vida normal en Egipto es imposible".

A pesar de la situación, recalca que no han pedido ni van a pedir asilo político en ningún país. "Seria dar una satisfacción y, en cierta manera, la razón a los integristas. No tenemos problemas con el gobierno egipcio que, de hecho, nos ha apoyado en todo momento e, incluso, nos dió protección policial cuando todavía vivíamos allí".

La sentencia no es apelable, pero los abogados barajan incansables trucos jurídicos para lograr la anulación. "Todos trabajan voluntariamente. Este ya no es un asunto que afecta a un matrimonio, es algo que atenta contra todas las instituciones del país. Si se sienta un precedente con esto, adiós Egipto".

Ibtihal y Abu Zeid mantienen la esperanza. "Se ha pedido al presidente (Hosni Mubarak) que intervenga, pero no queremos que se solucione así. Creo en. la independencia del Poder Judicial y no voy a pedir que se inmiscuya el poder ejecutivo. Este error tiene que ser rectificado por la misma justicia".

"¿Que si nos seguimos considerando musulmanes?, sí claro, nosotros somos los verdaderos musulmanes. No gustan las interpretaciones racionales de la religión porque son una amenaza para los que la manipulan con intereses propios. A nosotros nos persiguen los musulmanes no el Islam", asegura Ibtihal, que se siente más unida que nunca a su marido.

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