_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Estado

Juan José Millás

¿A qué tanto lío? Después de todo Cascos y González se mostraron de acuerdo en que el de los GAL fue un terrorismo menor: incidentes normales para uno, mero bandidaje de bodeguilla para el otro. En cualquier caso, los dos parecen coincidir en que ni el número de muertos ni su valor cinegético justifican la etiqueta de terrorismo de Estado. Por si hubiera alguna duda, el profesor Fraga aclaró que puede hablarse de crimen institucional cuando se liquida a un oponente político (la muerte de José Calvo Sotelo durante la Segunda República, por poner un ejemplo). Es decir, que el asunto no depende sólo del que mata, sino del que muere. Pongamos que el Estado asesina a un mendigo. Eso no es nada, hombre: que no se hubiera puesto en medio.Una vez oídas estas consideraciones de gran calado teórico y de hondo contenido humanista, hay que decir que uno creyó advertir en las palabras de Álvarez Cascos un deje de decepción machista, como si las pequeñeces criminales de las que acusaba a su oponente le parecieran una cosa de nenazas: una mariconada, por decirlo en un lenguaje de su propia cultura. Terrorismo de bodeguilla, toreo de salón, crímenes de casita de muñecas, en fin, chapuzas de mequetrefes sin cuajar. Uno no pudo menos de acordarse de aquella entrevista en la que Aznar afirmaba que si los GAL hubieran tenido éxito no estaríamos donde estamos. Más de lo mismo.

Una historia de pusilánimes, pues, para el PP y un conjunto de pequeños equívocos sin importancia para el PSOE. La línea divisoria entre ambos conceptos no justifica el malestar actual. Entretanto, el contribuyente continúa sin saber en qué parte de La Moncloa termina la bodeguilla y comienza el Estado, ni si se va a potenciar éste o aquélla. Deberían decírnoslo: en defensa propia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_