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El PSOE demuestra que Ruiz-Gallardón vetó el peaje en su programa electoral

José Manuel Romero

El presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, quedó ayer atrapado en las contradicciones entre su acción de gobierno y su programa electoral. Ocurrió en la Asamblea de Madrid, en el turno de preguntas. El portavoz socialista, Jaime Lissavetzky, quiso saber si el presidente regional apoyaba la construcción de variantes de pago en cuatro salidas de Madrid decidida por el Ministerio de Fomento. Y Ruiz-Gallardón no sólo asintió, sino que relató las maravillas del plan: "Se duplicará la inversión en carreteras y se crearán 5.000 empleos". Su programa decía otra cosa.

En la réplica, Lissavetzky leyó la cartilla del PP: "En su programa electoral, página 241, dice textualmente, 'no parece adecuado plantear la financiación de estas carreteras, mediante la implantación de soluciones de peaje con cargo al usuario, por la dificultad de su implantación y la dificultad añadida de la discriminación que representaría en una red tan tupida y en parte ya realizada".Ruiz-Gallardón, que cerraba el turno, pasó de puntillas por este incumplimiento de su propio programa electoral e intentó buscar contradicciones en la casa socialista. "Nosotros apoyamos en su día la inteligente propuesta del ministro Borrell para hacer una autopista de peaje Madrid-Guadalajara. Y ahora ampliamos esa posibilidad a otras tres variantes que actualmente están atascadas". El presidente regional añadió que el peaje sólo era aceptable cuando, como en este caso, existían otras carreteras alternativas totalmente gratuitas. Lissavetzky también le rechazó aquí: "El peaje no vale y es injusto cuando las vías alternativas gratuitas, como pasa en Madrid, están siempre atascadas en hora punta".

El presidente se ausenta

De las autovías de pago pasaron los diputados a la plaza de Oriente y la destrucción de los restos de la Casa del Tesoro. Ruiz-Gallardón no se quedó al debate ni votó. No hizo falta: 50 diputados populares derrotaron la moción socialista, que pedía la paralización de las obras durante un mes, el nombramiento de un codirector de la excavación y garantías suficientes sobre la conservación de la muralla árabe, si aparece en la parte aún no excavada.El socialista Juan Antonio Ruiz Castillo cargó de nuevo contra los dirigentes regionales y cerró, a su manera, un capítulo de la historia de Madrid: "Ustedes dicen que quien destruyó la Casa del Tesoro fue, primero, Sabatini por orden de Carlos III, y después, José Bonaparte. A esa lista habría que unir otros dos nombres, José María Álvarez del Manzano y Alberto Ruiz-Gallardón. Pío García Escudero, presidente regional del PP, le despreció desde el escaño: "Ha estado usted muy ocurrente".

En la discusión intervino también Jaime Ruiz (IU), que insistió en la inutilidad de la obra y recordó la medida exacta de lo derribado. "Trece metros y medio de pared es mucho más de lo que usted dice que es", le espetó a García Escudero. Para demostrárselo, Ruiz sacó una cinta negra de 13,5 metros, escapó de la tribuna con ella en la mano y la llevó hasta el fondo del salón de plenos. Los populares rieron, mientras el presidente de la Asamblea, Juan van Halen, agradeció la ocurrencia. García Escudero zanjó: "El valor de un resto arqueológico no se mide por su tamaño".

En este segundo capítulo parlamentario del caso plaza de Oriente, los diputados encararon el futuro. "En el tramo que aun queda por excavar aparecerá la muralla árabe y no podrán derribarla porque es patrimonio histórico-artístico", avisó Ruiz Castillo. "Si aparece, paralizaremos las obras", respondió García Escudero.

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Las excavaciones no avanzan. Falta un arqueólogo. "Me parece que después de lo ocurrido el Ayuntamiento tiene muchos problemas para encontrar a alguien que siga con esta obra", dijo Ruiz.

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