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El Fondo Monetario y el Banco Mundial sacan adelante su plan para aliviar la deuda de los países pobres

Victoria Carvajal

ENVIADA ESPECIALTras más de un año de negociaciones, las instituciones multilaterales y los acreedores bilaterales han logrado ponerse de acuerdo para sacar adelante un plan que alivie la deuda de los países pobres más endeudados. Después de la decisión del Grupo de los Siete (G-7), al que pertenecen los principales acreedores, de aumentar la condonación hasta el 80% de la deuda, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial ultimaban ayer en Washington donde celebran sus reuniones anuales, los detalles de una iniciativa cuyo coste se valora en 7.700 millones de dólares (más de un billón de pesetas).

El plan no sólo prevé la cancelación de gran parte de la deuda de una veintena de países pobres, sino también la asistencia técnica del FMI y el Banco Mundial en la aplicación de programas de ajuste que permitan a estas economías, completamente marginadas de los mercados de capitales, integrarse en la economía mundial y beneficiarse del fuerte crecimiento que prevé el Fondo para la mayoría de las regiones en los próximos años.Los países candidatos a beneficiarse de esta iniciativa, que apoyará hoy el comité de desarrollo del Banco Mundial tras haberlo hecho ayer el comité interino del FMI, están localizados en su mayoría en África sub-sahariana (Etiopía, Uganda, Tanzania) y algunos en América Latina (Bolivia y Nicaragua). La selección se hará caso por caso y se dará un plazo de asistencia de tres años durante los cuales estas economías aplicarán un programa de reformas que les permita llegar al punto en que el coste de la deuda sea sostenible.

Diferencias en el G-7

No sólo el Club de París ha aumentado su contribución al plan -su condonación puede llegar hasta el 80% frente al 67% actual-, también los acreedores multilaterales pondrán más recursos de los previstos inicialmente. El Banco Mundial aumentará su contribución de 500 a 2.000 millones de dólares. El FMI también pondrá su parte, aunque aún está en discusión de dónde sacará los recursos. La propuesta de vender el 5% de sus reservas de oro -valoradas en el mercado en 2.000 millones de dólares- sigue dividiendo a los países del G-7. Alemania e Italia rechazan esta medida, sugerida por el Reino Unido y apoyada por Estados Unidos, porque cree que sentaría un mal precedente a la hora de solucionar futuras situaciones de emergencia.También sin decidir están las propuestas que se contemplan para aumentar los recursos del Fondo. El G-10 -formado en realidad por once miembros: los Siete más Holanda, Bélgica, Suecia y Suiza- continúa sin definir cómo se implementará el acuerdo alcanzado hace seis meses para pasar de 25.000 a 50.000 millones de dólares los fondos del Acuerdo General de Préstamos, un mecanismo de financiación de emergencia a disposición del FMI.

El G-10 propone ahora que sus miembros financien el 80% de esta ampliación y el 20% restante se reparta entre una docena de economías de tamaño mediano que han ganado peso en los últimos años, como es el caso de España y varios de los países asiáticos. Su intención es limitar la participación de estos últimos para mantener su poder de decisión a la hora de activar este mecanismo.Los países ricos, que están aplicando duros ajustes fiscales en casa, intentan aplazar el aumento de las cuotas propuesto por Camdessus. Se resisten también a apoyar la nueva asignación de derechos especiales de giro -la moneda reserva del Fondo- por valor de 37.400 millones de dólares que propone el director gerente del FMI. Defienden que ésta debe limitarse a los países que se han integrado recientemente en el Fondo y no han participado en ninguna asignación anterior, como es el caso de las economías del Este. Esta propuesta cuenta, sin embargo, con el respaldo de las economías en desarrollo agrupadas en el G-24 (entre las que destacan Argentina, Brasil, México o India), que se reunieron anteayer.

Estas últimas criticaron en su comunicado final a los países industrializados por provocar las turbulencias de los mercados financieros. El G-24 pidió a los países ricos que hagan más esfuerzos por corregir sus desequilibrios públicos para que así puedan bajar los tipos de interés reales -descontada la inflación- con los que estas economías en desarrollo tienen que competir para atraer capital.

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