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Las cámaras amenazan las aulas

Una asociación de estudiantes alquila en Amsterdam minicámaras para espiar a los profesores

Las cámaras-espía han dejado de ser patrimonio de James Bond y los servicios secretos para colarse en la mochila de los estudiantes. Class Youth Information, una organización holandesa que a instancias de organismos gubernamentales realiza actividades y publica, folletos de información para los estudiantes, ofrece desde hace pocos días la posibilidad de alquilar una cámara de proporciones ínfimas para que los jóvenes puedan filmar los malos tratos de sus jefes y de sus profesores. Según Clement Moe, que con 27 años lidera la organización, una investigación recientemente realizada ha revelado que los muchachos entre 16 y 26 años son muy vulnerables a las injusticias en la escuela y cuando dan los primeros pasos en el mundo laboral. "Muchas veces los padres u otros compañeros no les creen y eso produce gran des frustraciones", explica Moe. Armados con la cámara, un aparato de apenas tres centímetros y medio de largo por uno de alto, pueden desde ahora, al módico precio de alquiler de 750 pesetas la hora, tratar de reunir las pruebas necesarias. Moe es consciente de que ningún juez aceptaría la grabación como prueba, pero le parece suficiente para ser utilizado en las asociaciones que ventilan los problemas escolares. La cámara, que va con un cable conectada a una grabadora poco mayor que una cinta de vídeo, puede esconderse fácilmente bajo un sombrero, un cinturón, instalarse en una manga o dentro de un bolso sin que nadie pueda apreciarlo. Los secuaces de Moe aseguran que ya lo han probado en la calle. Para curarse en salud y sobre todo, en problemas legales, la asociación estudiantil impone a los solicitantes la firma de un contrato, en el que además del precio y el tiempo de disfrute de la cámara, el firmante tiene que explicar con pelos y señales para qué quiere usar el aparato."Nos reservamos el derecho de no alquilarla cuando es para fines que no consideramos éticos, como sexo, chantaje o fraude", afirma Moe, que aunque admite el riesgo de que le mientan, recalca que ellos se lavan las manos del mal uso del equipo alquilado. El anuncio de esta idea levantó ampollas en el sindicato de educadores ABOP-NGL, que ha advertido que acudirá a los tribunales en cuanto llegue a su conocimiento el hecho de que un solo profesor haya sido filmado. "Es una fórmula de mal gusto, moralmente inaceptable, e sólo va a contribuir a dificultar las relaciones en las escuelas", augura M. Kircz."Si un alumno tiene serias quejas sobre el comportamiento de un docente existen en Holanda. canales suficientes para solucionar la situación sin necesidad de presentar películas filmadas a escondidas", dice Kircz: indignado.Sus palabras son corroboradas por Bart Crouwers, portavoz de la Registratickarrier, una especie de oficina de defensor del pueblo que protege exclusivamente los asuntos que afectan a la intimidad de las personas. Crouwers califica la utilización de la minicámara en estos casos de "una seria intromisión no justificable".La ley que protege la privacidad de las personas, que data de 1989, prohibe expresamente filmar en el interior de la vivienda de una persona. Sin embargo, la legislación no es tan clara en lo que respecta a los lugares públicos. Según la oficina, en principio es aceptable cuando el objetivo justifica la intromisión, como ocurre con las cámaras en los bancos. "En el caso de las escuelas y los centros de trabajo su uso es absolutamente desproporcionado al objetivo perseguidoSin embargo, no existe posibilidad de prohibir su alquiler. Lo único que queda a las escuelas es prohibír su utilización y si encuentran a alguien filmando queda la posibilidad de demandar al estudiante y, en su caso, si es menor de edad, querellarse contra los padres. A Patrick Deelen, un estudiante de Comunicación de 26 años, no le asusta el riesgo de enfrentarse a una querella. Al fin y al cabo, sus propósitos son inocuos y bien, intencionados.Deelen, uno de los primeros dispuestos a alquilar el aparato, es miembro de una asociación de club de fútbol que se reúnen para jugar de vez en cuando. "Muchas veces surgen discusiones por razones deportivas que desembocan en insultos de tintes racistas", dice mientras señala a Moe, de raza negra, que asiente con la cabeza. Con la grabación de la actuación de la gente y organizando después veladas de discusión quiere concienciar a sus compañeros de lo negativo de su actuación. Por ahora, la asociación dispone sólo de tres aparatos para alquilar, aunque en vista de la demanda y de que el teléfono no para de sonar, Moe asegura que está dispuesto a importar más cámaras desde Japón.

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