El escándalo de los ferrocarriles sacude Italia
Un cúmulo de sospechas enfrenta a políticos, empresarios y magistrados
Han pasado dos semanas desde la detención de Lorenzo Necci, el consejero delegado de los ferrocarriles estatales italianos, sin que el caso haya provocado más detenciones relevantes. Pero uno de los magistrados de La Spezia que llevan la investigación ha hablado de "políticos implicados", y todos los medios de comunicación han publicado grabaciones telefónicas salidas del juzgado que arrojan sombras de dudas sobre tirios y troyanos. El caso parece una bomba de relojería que amenaza al Gobierno y la clase dirigente italiana como si Manos Limpias empezara de nuevo.La investigación de La Spezia se distingue, sin embargo, de la desarrollada durante los últimos cuatro años en Milán porque, hasta ahora, ha aportado una cantidad mínima de hechos y una gran montaña de rumores que pueden ser infamantes. La magistratura milanesa incurrió en indiscreciones muy polémicas, como la de que se estaba investigando por corrupción a Silvio Berlusconi cuando era presidente del Gobierno, y no evitó la publicación de conversaciones privadas de personas relacionadas con los imputados aunque ajenas a las investigaciones, como la esposa de Berlusconi. Con todo, las indiscreciones de La Spezia tienen otras dimensiones.
Los dos grandes protagonistas del escándalo de los ferrocarriles italianos siguen siendo Lorenzo Necci y Francesco Pacini Battaglia, dos personajes antitéticos que, como Jekyll y Hyde, componen una presunta medalla, sin que se sepa muy bien quién de ellos da las órdenes, y quién las ejecuta.
Necci es un exquisito, una estrella en el mundo de los dirigentes de empresa italianos, amigo de Berlusconi o de Gianfranco Fini en la derecha; de Massimo D'Alema y, sobre todo, de Antonio Maccanico, entre los partidos del Gobierno; y del ex primer ministro francés Édouard Balladour, fuera de Italia. Metió en nómina de la Ferrovie dello Stato (FS) al ex policía fiscal Mauro Floriani, marido de Alessandra Mussolini, la ilustre nieta del Duce y diputada. Era Necci un hombre tan por encima de toda sospecha que estuvo a punto de ser superministro con Berlusconi y ministro del actual Gobierno de Romano Prodi, aun habiendo sido presidente de Enimont cuando del efímero complejo químico formado. con el Estado por el difunto Raúl Gardini salió la mayor comisión ilegal de todos los tiempos.Pacini Battaglia es, en cambio, un banquero que, a juzgar por las conversaciones difundidas, habla como un carretero, y que, más que de técnica financiera, parece entender de formas de corrupción y de presiones mafiosas. Sabe hacer favores, y así fueél quien dejó inmaculado a Necci en el proceso de Enimont, al declarar que el presidente no había cobrado un duro del dinero sucio que pasó por Karfinko, su banco. Todo esto se sabía.
Lo que los magistrados de La Spezia dicen haber descubierto ahora es que, como presidente de FS, en fecha muy reciente, Necci compró alguna sociedad a precios muy hinchados y se hizo abonar la diferencia en cuentas situadas en paraísos fiscales. La noticia causó conmoción, porque la gestión de Necci en la FS se ha caracterizado por una continua expansión a través de la continua compra de sociedades. Siendo, además, los ferrocarriles un eje fundamental de obras públicas, sobre todo con la alta velocidad, cabe sospechar que un gestor corrupto hubiera convertido la empresa en una fábrica de comisiones ilegales.El artífice de las presuntas operaciones en negro de Necci sería, según los magistrados de La Spezia, Pacini Battaglia, cuyo papel en esta historia es, sin embargo, muy superior al del simple intermediario. "Son los fijos del mes", dice la secretaria de Pacini, Elena Pensieroso, a su jefe en una conversación intervenida por los investigadores en la que se habla de 20 millones de liras (1.700.000 pesetas) recién entrados a Necci. Los magistrados deducen de ello que el banquero tenía a sueldo al empresario, para que montara negocios ilegales. Además,, creen haber descubierto. que Paccini ha intervenido en tráfico ilegal hacia Bosnia de armas de la empresa italiana Oto Melara.
Hasta aquí, los datos que se conocen de la investigación. Pero el debate político va por otro lado y se apoya en parte de los pinchazos telefónicos publicados, ya que, superada la primera conmoción, la derecha ha decidido explotar un caso susceptible de afectar más al Gobierno que a la oposición. El primer objetivo señalado es Antonio di Pietro, actual ministro de Obras Públicas y ex fiscal de Berlusconi.
"Salí de Manos Limpias sólo porque pagué, y otros más listos que yo ni siquiera entraron", dice Pacini en una de las conversaciones intervenidas. Con esta frase imprecisa, periódicos afines a Berlusconi han recordado estos días que fue Di Pietro el que interrogó en 1993 a Pacini Battaglia por el caso Enimont, y que la Fiscalía de Milán decidió dejar en libertad, aunque procesándolo, a este personaje que, al parecer, ha seguido delinquiendo hasta hoy. Para más inri, se subraya, Pacini Battaglia tiene un abogado llamado Giuseppe Lucibello que, además de ser especialmente caro, es amigo de Di Pietro. También él se ha sumado a la lista de investigados.
Otro objetivo emergente de estos ataques es el primer ministro, Romano Prodi, debido a que Pacini menciona en una de sus conversaciones a Nomisma como una sociedad que podría recibir pagos dudosos. Dirigida por Prodi hasta que entró en política, Nomisma es una empresa de estudios económicos domiciliada en Bolonia que tiene a muchos bancos como accionistas, y entre ellos al Banco Bilbao Vizcaya. Un periódico de Berlusconi ha publicado que Nomisma percibió más de 100 millones de pesetas de la FS de Lorenzo Necci como pago por un estudio sobre el tren de alta velocidad. La sociedad ha replicado que los estudios fueron 25 y que sus facturas están documentadas.
La polémica ha sido llevada por la derecha hasta el Parlamento, aunque Pacini diga en otra de las grabaciones: "Fin¡, seguramente, le ha pedido un dinero (a Necci) que éste le había prometido en su tiempo". Del veneno de las cintas no se salva ni la propia magistratura.
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